Trasplantan en A Coruña a un niño de 8 años que llevaba más de 2 esperando un corazón

R.D. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

El trasplante fue realizado por los cirujanos cardíacos del Chuac en septiembre. En la foto, Carlos Velasco y María García
El trasplante fue realizado por los cirujanos cardíacos del Chuac en septiembre. En la foto, Carlos Velasco y María García

El pequeño, con una cardiopatía infrecuente detectada antes de nacer, ya había pasado por seis operaciones. «No quedaba más alternativa, consultamos a tres hospitales por si a alguien se le ocurría alguna otra opción», explican los médicos del Hospital Teresa Herrera

23 oct 2021 . Actualizado a las 10:28 h.

Ni a la tercera, ni a la cuarta, ni a la sexta. A la séptima fue la vencida. Un niño de ocho años ha recibido el alta en el Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el materno del Chuac, tras ser trasplantado de corazón en su séptima operación desde que nació

El paciente, que llevaba casi dos años y medio en lista de espera, sufría una cardiopatía denominada síndrome de Shone que afecta a todas las estructuras y cavidades de la parte izquierda del corazón y que limitaba la salida del flujo sanguíneo y, por tanto, la irrigación y oxigenación de todo el cuerpo. La anomalía fue detectada durante el embarazo y, dado el compromiso vital que suponía, la unidad de cardiología infantil decidió que, aunque la familia no reside en A Coruña, el parto se programase en el propio hospital herculino, donde se encuentra la unidad pediátrica del corazón de referencia para toda Galicia. 

A los tres días de vida, el recién nacido pasó por primera vez por el quirófano y después le siguieron otras cinco intervenciones, cuatro de ellas a corazón parado y con circulación extracorpórea. Además, en sus ochos años de vida, también tuvo que ser sometido a otros dos procedimientos de hemodinámica, dos cateterismos. 

Dado el previsible deterioro de su estado, las dificultades de encontrar un donante idóneo y después de estudiar y descartar todas las posibilidades de llevar a cabo cualquier otro tipo de intervención, el equipo decidió incluirlo en lista de espera para intentar su única alternativa, el trasplante. Permaneció casi treinta meses pendiente de la aparición de un órgano adecuado a sus necesidades hasta el pasado 15 de septiembre, cuando otra familia de fuera de Galicia donó el corazón de su ser querido fallecido.  

 En el seguimiento y resolución del complejo caso intervinieron los miembros de una unidad multidisciplinar formada por cardiólogos,  pediatras, cirujanos cardíacos,  anestesistas,  ucistas, personal de enfermería y celadores. El equipo, subraya la dirección del centro, «atesora una gran experiencia en el manejo de corazones del tamaño de una nuez, aortas de diez milímetros de diámetro y arterias coronarias de menos de un milímetro».

Según informó este viernes el Chuac, el niño se encuentra de alta en su domicilio y su estado es satisfactorio.

Carlos Velasco, el cirujano cardíaco que realizó el trasplante con José Cuenca, María García y  Bárbara Oujo, insiste en que si bien ha sido de los trasplantes más complejos realizados en el centro, «no es un hito y la cirugía no es diferente a la de los 35 trasplantes infantiles realizadas por distintos equipos en A Coruña». Lo especial, en su opinión, está en la oportunidad dada a una familia acuciada por una suma de fatales coincidencias: la complejidad de una cardiopatía «muy poco frecuente, apenas existen series largas», en un paciente infantil con tantas cirugías previas cuando «hay muy pocos donantes en general, y en niños menos».  Precisamente para compensar esa carencia, los médicos buscan optimizar al máximo el órgano y  que el niño vaya creciendo con su propio corazón. En esta ocasión, «se intentó hacer de todo, pero llegó al punto final de la cadena», explica el especialista, y hubo que esperar el período más largo en el histórico del Chuac.

«Aquí se ve la importancia de que exista un programa como este en Galicia, porque si no lo hubiese, la familia tendría que haberse trasladado a vivir a otra comunidad sin saber hasta cuándo, un esfuerzo que no siempre es posible, que tiene implicaciones laborales y del que no siempre es posible recuperarse _recalca_; en La Paz tienen ahora un niño que ya lleva año y medio ingresado esperando». 

Pese a lo infrecuente del caso, Velasco subraya la experiencia y coordinación del equipo multidisciplinar coruñés, que llevaba dos años sin realizar un implante infantil a pesar de que en el 2020 fue el que más trasplantes cardíacos de adultos realizó en toda España. Son los mismos cirujanos, independientemente de la edad del receptor, los que se ocupan tanto de acudir a extraer el órgano del donante, como de implantarlo. «La mayor parte tenemos que ir a buscarlos fuera de Galicia y se necesita una coordinación excelente porque desde que se saca hasta que se implanta tienen que pasar menos de cinco horas; en este caso, la sincronización era todavía más importante por la complejidad de un órgano con muchas adherencias por las operaciones previas», añade.Además, debido a la cardiopatía que sufría por la obstrucción de la salida del flujo sanguíneo del corazón, que se intentó ampliar con las sucesivas operaciones, el pequeño había desarrollado una hipertensión pulmonar importante y «necesitaba un corazón fuerte». 

«Esto es una cadena, es igual quién haga las cirugías, en otro momento estarán otros, todos estamos formados, el mérito es del programa y de la trayectoria global de las muchas personas que lo forman, cardiología, la uci, anestesia, pediatría...; la red es excelente y por eso no hace falta derivar a ningún paciente fuera de Galicia. Y de eso creo que debemos estar orgullosos; si no fuera así, las familias tendrían que irse probablemente a Madrid porque tampoco hay un programa de trasplantes en Castilla y León, Asturias o Cantabria», valora el facultativo.  

«De la alegría cuando recibes la noticia de que hay un órgano solo pueden hablar los padres, pero para mí es emocionante, cosas como esta dan sentido al trabajo, es muy gratificante», confiesa el cirujano, quien destaca además la angustia de las familias a la espera, más con en este caso en plena pandemia del covid y con todas las restricciones sanitarias. El niño «me sorprendió y me emocionó, antes del trasplante estaba en la habitación con un vídeojuego y toda su preocupación era cuándo podría volver al cole para ver a sus amigos y jugar».

Fernando Rueda, responsable del área de cardiología pediátrica del hospital, subrayó que la complejidad del caso radicaba en que la cardiopatía que sufría desde antes de nacer  «afectaba en grado severo a todas las cavidades y estructuras de la parte izquierda del corazón, la aurícula, el ventrículo, la aorta y las válvulas mitral y aórtica», y las operaciones previas al trasplante «se hicieron para mantenerlo en la situación más adecuada, pero no eran curativas». 

 «Ninguna alternativa, no tenía ninguna, el trasplante solo se hace cuando no hay ninguna; de hecho, antes de meterlo en lista consultamos a  tres hospitales para ver si a alguien se le ocurría otro tipo de operación posible», señala cuando se le pregunta por las opciones del pequeño. «Necesitábamos un donante ideal», resume para explicar la especificidad de un procedimiento al que el paciente llegó en una situación estable, aunque «con una vida limitada».

Como su compañero, el cardiólogo recalca la importancia de poder tratar en Galicia a este tipo de enfermos y también la necesidad de promover la donación, ya que «nunca hemos interrumpido el programa, si hubiera aparecido un órgano adecuado en marzo del 2020, en pleno covid, se hubiese operado entonces», asegura. 

Ahora, el paciente «está muy bien, no ha sufrido rechazo», dice Rueda, y aunque ya ha experimentado mejoría, señala que «para ver un cambio radical hay que esperar algún tiempo; nadie que sea trasplantado se recupera de inmediato», señala. 

Él, que fue quien hizo esa llamada a la familia después de tanto tiempo pendientes de la aparición de un donante, recuerda que al otro lado a  la madre «casi le da un vuelco el corazón; ellos viven con el teléfono pegado y en su caso fueron dos años y pico; estaba muy emocionada». Rueda también estuvo con el pequeño mientras el equipo quirúrgico iban a buscar el órgano. «Es un fenómeno, estaba tranquilo y confiado en que iba a salir bien; los 8 años de una persona que se ha operado 6 veces del corazón no son unos 8 años normales», concluye.