Los caballitos de Méndez Núñez

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

TATIANA BELLO

Cuando no existían parques de bolas ni Eurodisney y todo era más de andar por casa, pedalear en uno de ellos frente al Kiosko Alfonso constituía la felicidad total

24 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, a mí también me pasó. La imagen de Pablo Senra al lado de uno de los míticos caballitos que durante años desfilaron por Méndez Núñez, publicada en estas páginas, me generó un chorreo de nostalgia. Aquella atracción tan sencilla como encantadora fue el objeto de deseo de todos los niños coruñeses de los setenta y ochenta. Cuando no existían parques de bolas ni Eurodisney y todo era más de andar por casa, pedalear en uno de ellos frente al Kiosko Alfonso constituía la felicidad total. Todos los que fuimos niños entonces montamos alguna vez. Todos tenemos una foto subidos a uno. Todos hemos estado allí con nuestros primos o con esos amigos de Madrid que, como nosotros, flipaban en colores.

Se trata de uno de esos símbolos coruñeses míticos, como el reloj floral, el roscón de Glaccé, el indio de la Marina, los cañones de la Solana o, ahora, la estatua del perro Ney. Lugares y objetos a los que la ciudadanía les otorga un cariño especial que va más allá de los iconos prefabricados desde la política o las jugadas empresariales. Pequeños mitos que singularizan la ciudad y la hacen especial. Símbolos que merece la pena conservar. O recuperar, como este caso.

La propuesta del nieto de Luis Mediero (el hombre que construyó los míticos caballitos) es preciosa: volver a poner a rodarlos de la mano de asociaciones solidarias, del mismo modo que se hizo con Down Coruña y el quiosco de la plaza de Ourense. Una concesión al pasado cargada de buenas intenciones pero con proyección de futuro. Porque todos los que le dimos al pedal en el fondo queremos que nuestros hijos también sientan aquello. Alguien le ha lanzado un centro preciso al Ayuntamiento. Y ahora solo queda rematar a gol.