Crimen machista: dolor e indignación en A Coruña por el asesinato de Mónica Marcos

e. silveira / m. orozco / t. rivas A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Los vecinos de la panadera de O Birloque lloran a la mujer de 52 años que murió apuñalada presuntamente por su pareja, con la que apenas llevaba dos meses

14 oct 2021 . Actualizado a las 18:33 h.

Fueron muchos los clientes que, desde primera hora de la mañana de este jueves, se acercaron a la panadería El Birloque para cumplir con el ritual diario de comprar la barra o el bollo de pan. Sin embargo, se encontraron con una nota en la persiana del local en la que tan solo se explicaba: «Cerrado por razones ajenas a la empresa. Disculpen las molestias». Y, al preguntar a los medios de comunicación que se encontraban en la calle Juan Darriba, se quedaban estupefactos al descubrir que esas razones no eran otras que la muerte violenta de Mónica Marcos Piñeiro, la mujer de 52 años querida por todos y que atendía este negocio familiar.

El crimen no solo dejó conmocionado el entorno más próximo de Mónica Marcos. Toda la ciudad se sintió indignada por un crimen machista que causó reacciones inmediatas de censura y solidaridad con la familia y amigos. 

La asociación de vecinos del Birloque convocó una concentración a las ocho de la tarde para condenar el asesinato de Mónica. Cientos de personas secundaron ese llamamiento para censurar el crimen machista, y en la puerta de la panadería El Birloque no faltaron las flores y los mensajes en honor a Mónica Marcos. 

 

«El barrio está consternado, vinimos para condenar al sinvergüenza que asesinó a Mónica. Matar no es gratuito bien y tiene que pagarlo. Los vecinos vinieron por ella y por sus hijos», dijo María Castellón, presidenta de la Asociación de Vecinos de San Cristovo. Los vecinos, entre lágrimas, rindieron homenaje a Mónica con un fuerte aplauso.

«Justo ayer hablé con ella. Era una chiquilla tan cariñosa y amable con los clientes. Esto es muy duro. Aquí cualquiera puede matar a alguien», se lamentaba una vecina.

Otra de las residentes, que escuchó los gritos del hijo de Mónica en  la madrugada, también se mostraba consternada: «No se me olvidarán en la vida, era como si me lo gritaran en la habitación. Es una pena, cuando la muerte es tan cercana, es muy complicada de digerir», afirmaba. 

Fran Rodríguez, que conocía a la panadera desde hacía muchos años, aseguraba horas antes, nada más conocer la noticia, que el despacho tenía mucha clientela y que Mónica era conocida por todo el vecindario como una persona alegre y de trato muy afable. «La verdad es que yo he venido a por el pan como todos los días. Y, al encontrarme la tienda cerrada, me fui a otra que está un poco más lejos. Me acabo de enterar de lo ocurrido. Era muy buena persona y siempre de muy buen trato», explicaba casi en shock. También se enteraron del crimen al pasar por delante del despacho Sonia y José. Él explicaba que hace unos años montaron un negocio de hostelería en la calle Justicia y que le cogían el pan y las empanadas a Mónica para servir en el bar. «Es que la conocíamos de toda la vida y, además, tienen muy buen producto», indicaban sin salir de su asombro. Recordaba que el negocio familiar se inició en el Birloque pero, cuando derribaron los bloques de viviendas donde estaba el obrador, trasladaron los hornos a una nave de A Grela. «Y abrieron esta tienda, aunque tienen furgonetas de reparto para dar servicio en muchas localidades», explicaban sin esconder su estado anímico.

La alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, también expresó su «firme condena y repulsa por este asesinato» y espera que «pronto se puedan esclarecer las causas y detener al presunto culpable». Pese a que todavía está pendiente que la Delegación del Gobierno en A Coruña confirme que el suceso es, efectivamente, un caso de violencia machista, María Pita acogió una concentración silenciosa a las 13.30 horas. Las muestras de condolencia y repulsa también llegaron desde múltiples sectores sociales y laborales de la ciudad coruñesa. Y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, se unió a la condena del crimen machista. Por su parte, el grupo municipal del PP, trasladó su pésame a la familia y mostró su deseo de que las fuerzas y cuerpos de seguridad esclarezcan los hechos «y detengan al culpable para ponerlo a disposición judicial a la mayor brevedad posible».

Desde UGT condenaron «enérgicamente» el asesinato. «Toda a sociedade ten que traballar para erradicar a violencia machista, un problema estrutural que debemos eliminar de raíz», aseguraron. 

«No olvidaremos que los primeros palitos de pan que comieron nuestros hijos se los diste tú»

La panadería y la vivienda de Mónica Marcos están separadas por escasos metros. Hasta allí no solo se acercaron los clientes habituales de la tahona, sino también los repartidores que tenían que darse la vuelta al ver el local cerrado y enterarse de lo ocurrido. Algunos de los amigos de la mujer asesinada, todavía incrédulos, querían comprobar in situ todo lo que estaban escuchando y viendo a través de los medios de comunicación e hicieron acto de presencia en los bloques de viviendas que conforman el Residencial Someso. «Me da pena lo que le sucedió a ella y pienso en cómo estará su padre», señalaba una de las clientas habituales de la panadería, que aseguró que la víctima tenía una familia «que estaba siempre unida». Otra vecina, visiblemente emocionada, espetó una de esas frases que dejan helado a cualquiera: «Las mujeres no morimos, nos matan». Porque, a falta de confirmación oficial, el nombre de Mónica pasará a engrosar la fatídica lista de las víctimas de violencia machista.

Ese sentimiento de pena y dolor que ensombreció el barrio durante todo el día, se hizo patente a media mañana cuando una mujer, acompañada por su familia, depositaba un ramo de flores blancas en la entrada de la panadería, con una nota que decía: «Nunca olvidaremos que los primeros palitos de pan que comieron nuestros hijos se los diste tú. ¡¡Basta ya!!». Silvia recordaba entre lágrimas que casi lo primero que comieron sus hijos «fueron los trocitos de pan» que ella les daba. «Y hoy ya no van a poder tomar su bocadillo», añadía conmocionada.