Francisco Javier Martínez Pérez-Mendaña: «La gran alegría de mi vida y mi carrera es haberme esforzado»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

El médico eumés aborda 50 años de profesión y su concepción ética en un libro de memorias presentado ayer en A Coruña

08 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El ginecólogo Francisco Javier Martínez Pérez-Mendaña (Pontedeume, 1944) presentó ayer en A Coruña el libro Memorias y confesiones de un médico, en el que recorre 50 años de profesión.

-¿Qué lo llevó a escribir el libro?

-No sé la causa, conozco la circunstancia, la pandemia. Cuando estábamos confinados me dediqué a subir y bajar escaleras desde el garaje hasta la azotea de mi casa de Ferrol y un buen día viendo desde allí el Cantón de Molíns, el Arsenal, la ría, Mugardos... pensé: «Voy a hacer una reflexión sobre lo acontecido en mi vida, lo bueno y lo malo, la verdad de la existencia».

-Empiece por las alegrías.

-La gran alegría de mi vida y mi carrera es que me esforzado. Me he esforzado en estar al día en la medida de lo posible, porque absolutamente no se puede estar en una ciencia tan cambiante, he procurado atender bien a mis pacientes y ejercer mis responsabilidades lo mejor que he podido.

-¿Las espinas?

-La medicina es la ciencia de la incertidumbre y aún haciendo las cosas bien los resultados pueden ser muy malos. Confieso espinas clavadas, problemas como un error tremendo con un recién nacido, y cómo lo abordamos con absoluta transparencia.

-Habla del aborto y la eutanasia, ¿cómo concilia la razón y la fe?

-Pienso en Unamuno, el autor al que más leí. Deja Bilbao para estudiar filosofía en Madrid y pierde la fe, pero cuando muere su mujer en Salamanca encarga una lápida y elige para su tumba: «Acógeme, Padre... vengo cansado». Él nunca dejó de pelear en esa dualidad entre fe y razón. Yo escribí: «Quiero creer, necesito creer, a veces creo y a veces dudo».