El equipo que salvó la vida a Berto: «Intentas hacerlo bien siempre, pero no siempre sale bien»

R. DOMÍNGUEZ A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Parte del equipo que forma la uci infantil del Hospital Teresa Herrera de A Coruña
Parte del equipo que forma la uci infantil del Hospital Teresa Herrera de A Coruña cedida

La uci del materno de A Coruña agradece el reconocimiento del niño de Laxe al que una bacteria puso entre la vida y la muerte

02 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Agradecemos muchísimo una carta así, tan cariñosa», explica Carmen Ramil, la jefa de la uci pediátrica del Hospital Teresa Herrera de A Coruña, sobre el gesto del pequeño Berto Lago Varela y su familia. Después de un mes largo en cuidados intensivos de los dos que estuvo en el materno del Chuac, sus padres contaron el difícil tránsito de ver a un hijo entre la vida y la muerte para, de alguna manera, sacar a la luz cuánto supone dar con profesionales no solo altamente cualificados, sino con la cualidad del tacto.

En ellos descubrieron una forma de hacer las cosas con la humanidad que necesitaban en las negras horas en las que, hasta por dos veces, el final parecía inevitable. «Pasamos do máis absoluto desastre a ver a luz», resumió el padre sobre la labor de un grupo de profesionales que «matáronse por sacar ao noso neno adiante». 

Mortalidad «nada desdeñable»

Una bacteria de origen desconocido provocó a su hijo una enfermedad rara «de mortalidad nada desdeñable», explica la responsable médica, que en su larga experiencia laboral ha visto un par de casos más. No todos salen adelante.

Habla Carmen Ramil en nombre de todo el equipo que dirige para subrayar el significado del reconocimiento público de la familia. «Para nosotros, que valoren nuestro trabajo, que estén contentos, nos anima a continuar. Intentas hacerlo bien siempre, pero no siempre sale bien. En el caso de Berto, sí. Estamos muy agradecidos», reiteraba ayer. La doctora, cuatro décadas haciendo quiebros a los adioses prematuros, recuerda perfectamente al pequeño de Laxe que, en palabras de sus padres, «resucitou dúas veces». «Era un niño muy vivo, con mucha gracia, ¡cuando se recuperó, claro!; y lo padres, encantadores», resume la jefa de la uci.

CEDIDA POR LA FAMILIA

Con nueve años, todo se torció para Berto en pleno covid. Agosto del 2020. «Había muchas restricciones, pero a pesar de eso buscamos una vía intermedia, examinamos a los padres para que al menos uno de ellos pudiera estar siempre con él», cuenta Ramil. Su unidad, que dirige desde hace diez años, es desde los 90 una uci de puertas abiertas. «Aparte de porque nos parece que es una cuestión de humanización, es un derecho del niño», señala la especialista, que no solo agradece la colaboración que prestan las familias, sino la oportunidad que proporciona que estén dentro para tenerlos al tanto de la evolución más allá de la hora fijada para la información médica. «Poder explicarles hace que se sientan más arropados, estar presentes hace que comprendan mejor las técnicas, el proceso asistencial, acaban entendiendo nuestro trabajo y, aún a pesar de que a veces son situaciones de riesgo vital, se empatiza».

Como responsable de la uci infantil de mayor nivel de complejidad de Galicia, Carmen Ramil recuerda la importancia de contar con un equipo superespecializado -4 médicos, 19 enfermeras y 10 auxiliares, además del personal de apoyo de otras disciplinas- dedicado a una vigilancia «sumamente intensiva» las 24 horas y con capacidad para anticipar y controlar los «empeoramientos puntuales» que a veces asaltan a los niños en estado crítico. Cada año, por sus manos pasan entre 400 y 420 menores, desde el mes de vida hasta casi la mayoría de edad, algunos de ellos de diferentes puntos de Galicia al ser la uci de referencia en quemados infantiles, pacientes cardíacos y traumatológicos.

Dice Ramil que «en la uci no solo se intenta curar, sino también cuidar» y en ello ponen su empeño «toda la gente que trabaja aquí, esto es un equipo», recalca sobre esa visión compartida.

En esos días eternos, las familias no solo perciben la labor sanitaria, sino que «mantienen relación directa con todo el personal y hay niños que están bastante tiempo ingresados, acabas teniendo cierta complicidad y se crea, creo, cierta confianza», considera la doctora. A su lado siempre hay otras familias y otros pequeños graves, algunos con peor desenlace. «Sí, también se nos mueren niños, lo peor que te puede pasar en la vida -lamenta-. Pero incluso en esos casos, sus padres nos agradecen los cuidados».