Pegarle a un homosexual

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Fernández y Alexander Docherty en la marcha
Marcos Fernández y Alexander Docherty en la marcha melissa orozco

Besémonos con amor hasta que esta bestialidad sea, por fin, historia

01 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando pasen muchos, pero muchos años y alguien encuentre la noticia que La Voz ha dado esta semana se reafirmará en que en el pasado aún éramos animales prehistóricos. Bestias capaces no solo de matar a las mujeres con nuestras manos, sino también violentos que golpeábamos con saña a personas que paseaban por la calle abrazadas a otras. Porque eso es lo único que hacían Alexander y Marcos en Coruña el otro día. Pasear juntos, como dos seres que se acompañan en un camino. Lo demás no debería ser necesario ni siquiera especificarlo, pero todavía tenemos que ir explicando una y otra vez que los dos son hombres que se quieren y que son pareja. Aún tenemos la obligación de aclararles a los demás su condición sexual, como una marca inagotable de fuente de información que los diferencia. Pero es muy importante hacerlo porque es lo que no hay que ocultar jamás. Con el mismo orgullo que los negros se llaman negros porque lo son, o las mujeres nos llamamos mujeres porque lo somos, los gais y lesbianas se llaman como son y necesitan visibilizarse (todavía) para que nadie dude jamás de su existencia. «Lo que no se ve no existe», me confesaba hace poco Sandra López, presidenta de las lesbianas coruñesas, en un esfuerzo constante por dar la cara. Por eso hay que besarse más, agarrarse más, abrazarse más y salir más, como han hecho Alexander y Marcos, hasta agotar a los violentos que se esconden detrás de una porra. O a los imbéciles que se ocultan detrás de una pintada, como la que sufrieron los dueños del pub La Urbana en esta misma ciudad, o el fotógrafo de Boiro que decidió sacar esta semana una bandera multicolor por su ventana a costa de ser marcado con un insulto en su fachada. Besémonos con amor hasta que esta bestialidad sea, por fin, historia.