La veo espléndida. «Soy muy presumida, que creo es que un defecto. Hoy me probé todo lo que tenía en el armario para decidir qué me ponía para la inauguración», confiesa la escultora Soledad Penalta. Charlamos el jueves a la siete de la tarde en la jamonería La Marina, una hora antes de la apertura oficial de su exposición antológica en el Kiosco Alfonso. «La primera vez que expuse en A Coruña fue en una muestra colectiva allá por el año 1984», recuerda esta mujer de extenso currículo artístico y vitalidad desbordante. Tiene 78 años y sigue trabajando. «Todavía estoy de baja porque hace poco sufrí un ictus. Yo creo que fue por culpa de la vacuna. Pero estoy haciendo, con ayuda obviamente de otra persona, una obra de 5.000 kilos», comenta. Sigue la entrevista sentado en un taburete su marido, Leopoldo García Alonso, especialista en gastroenterología infantil. Cuando en el 2003 le dieron la jefatura del servicio en el Materno se vinieron a vivir aquí. Desde el 2003 residen en la zona de Altamira. «Me encanta plantar y después disfrutar de los productos de la huerta, pero este año por el tema de la salud no lo pude hacer», apunta Soledad.
Cajas de pintura
Nació en Noia y siempre quiso ser artista. «Dibujaba mucho y mis regalos de Reyes siempre fueron cajas de pintura, pero después mis padres no me dejaron estudiar Bellas Artes. Hice Filosofía», recuerda. Conoció a Leopoldo y con él viajó a sus diferentes destinos, primero a Ortigueira, después a Barcelona... «Allí entré en contacto con la cerámica. Estudié Artes Aplicadas y estuve en Italia y París, donde entré en contacto con distintos materiales. Me dieron una beca para irme a Estados Unidos. Allí empecé con el metal, con la escultura metálica. Y hasta hoy. Sigo con las esculturas de hierro y acero. Hasta hice un curso de fundición, pero tuve problemas de salud relacionados con los gases. Lo que sí sigo haciendo es soldar», resume.
28 piezas que son más
El diseño del catálogo de la exposición que en las próximas semanas puede visitarse en el Kiosco es de su hijo, el prestigioso ilustrador Xurxo García Penalta. «Me gustaría que se aficionase a trabajar con las máquinas de mi taller. Con las soldadoras, compresores, secadores, pulidores, radiales... Pero no quiere saber nada. Dibuja muy bien y lo podría llevar al volumen», reflexiona Soledad, que tiene otra hija, Marisol. Jaime Oiza, director del museo, me guía en una visita rápida por la exposición de 28 piezas, aunque en realidad son más porque muchas de las piezas están compuestas de varias más pequeñas. Es un espectáculo. La obra de Penalta también puede verse en el parque escultórico de la Torre. Allí están sus tres cabezas guardianas. En la avenida de la Marina, en el Chuac, o en el hall del materno, donde es muy conocida su imagen de la mujer parturienta. «Mi sueño es estar presente en algún museo, pero ya sabes que a los gallegos nos cuesta valorar lo nuestro», analiza.
Esculturas por pinturas
Cuesta imaginar a esta mujer que parece frágil trabajando entre metales. «El taller parece la película Mad Max. Nunca tuve ningún percance importante. Alguna vez me llamaron la dama de hierro, pero no me parezco a la Thatcher. No tengo nada que ver con ella», comenta sonriente. Admiradora de Oteyza o Chillida, dice que intercambia esculturas por pinturas, como las de su amigo noiés Alfonso Costa, que la espera a la puerta del Kiosco en los jardines. Académica de número de la Real Academia Galega de Belas Artes, premio de la Cultura Galega y de la crítica de Galicia, se le nota feliz rodeada de sus obras, su familia y sus amigos de siempre. Las chicas de la jamonería La Marina nos invitan al café. «Cocino, pero cada vez me gusta menos. La carne asada tipo rosbif me sale bien», asegura. Le pregunto por su principal virtud y, por primera vez, su marido rompe el silencio con el que asiste a la charla y contesta «es muy trabajadora». El resultado de toda una vida entre metales puede verse ahora en esta muestra antológica cuya presentación se retrasó en varias ocasiones.
El pulso de la ciudad pablo.portabales@radiovoz.es