José Álvarez-Sala, campeón de Europa de cróquet: «España estaba siendo la comidilla antes de la pandemia»

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

Impartió un curso de perfeccionamiento en el Real Club de Golf de La Coruña a jugadores que acudirán al Nacional de clubes

07 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

España es una potencia emergente en el cróquet gracias, entre otras cuestiones, a la labor que ha desempeñado la familia de José Álvarez-Sala (Madrid, 1984) en las últimas décadas. Su padre fundó la Academia Española y el germen de lo que es hoy la federación de este deporte, que preside, representando a casi dos mil federados y más de una veintena de clubes.

—Y, a pesar de todo, el cróquet es un gran desconocido.

—Parece que es una disciplina que no nos corresponde a España, y en realidad no es británico, como se cree, sino francés. Pero los ingleses lo adaptaron y lo hicieron suyo. Son muy de hacer su propia historia.

—¿En qué momento se encuentra España?

—Veníamos de una época al alza. Ya estábamos siendo la comidilla, sobre todo en el Reino Unido, Egipto y Nueva Zelanda, por nuestros éxitos tras la primera participación en un Mundial. Éramos cinco españoles. Yo partía desde el puesto 45.º del ránking y acabé en el 8.º. Antes, en el 2017, España había acogido el primer Europeo que se celebraba fuera de las islas británicas. Y la pandemia cortó todo eso, debido a los cierres perimetrales.

—¿Le afectó?

—Mucho. Me sentí desmotivado, apagado. No veía que se podría recuperar. El 17 de agosto dejé el mazo colgado en casa y hasta hace dos fines de semana no lo retomé.

—¿Sopesó dejarlo?

—No. Lo haré dentro de muchos años y para ser entrenador y dar clases. Pero debo reconocer que pensé en dejarlo tras ganar el Campeonato de Europa del 2017. Puse el listón tan alto que noté que la gente solo deseaba que perdiese. Había maldad y yo le dije a mi entorno, tras ganar otros torneos: «No me estoy divirtiendo». Hasta que perdí una partida y vi que no era para tanto. Cuando logras lo que soñaste parece que nada malo te puede pasar, pero hasta eso hay que saber gestionarlo.

—Y España remonta el vuelo.

—Es que tenemos mucha culpa del éxito del cróquet. Cada vez va a más. Todo el mundo en algún momento de su vida ha jugado con el mazo. Y ahora habrá torneo todos los fines de semana.

—¿Qué lugar ocupa Galicia?

—Hace siete años, apenas había un espacio de juego, en Vigo, en el Club de Campo. Y, al no estar en un club de golf, el mantenimiento es muy costoso porque no se posee la maquinaria adecuada... Entonces parecía que se estancaba, pero surgieron nuevos clubes, en A Toxa, A Coruña... y pronto se celebrará por primera vez el Campeonato de España de División 2.

—¿Falta entonces elevar el nivel?

—En cuanto a los objetivos, la gente está equivocada si piensa que solo depende de tener muchos campos y jugadores. Hace falta nivel, inversión en formación. De lo contrario, el volumen no sirve de nada. Lo importante es que se hable de Galicia porque tiene éxito. Eso contribuye a la difusión. Mi club, la Real Sociedad Hípica Española Club de Campo de Madrid es un ejemplo de inversión en cantera, escuelas, clases y jugadores. Y es el mejor del país.

—¿Galicia tiene futuro?

—Si se hacen escuelas en condiciones con clases de calidad, sí. El top 4 de España está en el top 100 del mundo, rondando los cincuenta primeros puestos.

«Es una partida de ajedrez en grande: 70 % táctica y 30 % habilidad»

José Álvarez-Sala Walther, padre del campeón de Europa, es uno de los impulsores históricos del cróquet en España.

—¿Hubiese usted llegado a este deporte sin ese entorno familiar?

—Cuando se casaron mis padres, viajaron a Londres y mi padre compró una especie de baúl de cróquet, que trajo a Gijón en verano. Jugaba en un césped descuidado, mientras los niños mirábamos absortos. Todo fue evolucionando y creó la federación para tener alguna base organizativa, pero sin el ánimo de llegar a ser lo que es actualmente. Y ha sido elegido por la federación mundial para estar en el salón de la fama. Partiendo de treinta amigos, el legado que generó es inmenso.

—Un punto fuerte del cróquet.

—No hay exclusión de género. En todos los torneos, incluido el Mundial, participan hombres y mujeres. Aparte, los hay femeninos. Y nunca hubo un problema, ni lo habrá. El cróquet no cambiará sus tradiciones así como así. Esto sucede porque la fuerza física no es la clave, sino la estrategia, táctica, posicionamiento y mentalidad.

—Se habla de beneficios mentales.

—Reginald Bamford, número 1 mundial durante años, tiene dos entrenadores personales para el aspecto psicológico. Es una partida de ajedrez en grande: 70 % táctica y 30 % habilidad.