Tendencia en A Coruña: ¿Y si pudieras decorar tu casa con los muebles que tiran tus vecinos?

Antía Díaz Leal
ANTÍA DÍAZ lEAL A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Lidia González recupera en A Coruña muebles que recoge en la calle
Lidia González recupera en A Coruña muebles que recoge en la calle MARCOS MÍGUEZ

Llega el «stooping» para localizar tesoros en plena calle

06 jun 2021 . Actualizado a las 12:29 h.

El sofá que tú no quieres, esas sillas que se han roto, la cómoda de tu abuela o la trona que tus hijos ya no usan suelen acabar en la basura. A pesar de que el concello facilita la recogida programada a través del 010, no todos los coruñeses utilizan este servicio... y a plena luz del día, junto a cualquier contenedor de la ciudad aparecen muebles de todo tipo. Una pequeña mesa o un armario completo. Si alguna vez han tenido la tentación de llevarse esa joya a casa para recuperarla, no están solos.

El pasado mes de marzo, Lidia González trajo a A Coruña el fenómeno stooping, a través de una cuenta de Instagram que sigue la línea de las que empezaron a funcionar en ciudades estadounidenses como Nueva York, y que en España también están activas en Madrid, Barcelona o Valencia. «En Estados Unidos la gente alquila pisos vacíos, y al mudarse dejan los muebles en la calle» cuenta. Pero en nuestro país, con la pandemia hubo más mudanzas, y como la gente no podía llevarse los muebles, «se crearon grupos en toda España». De Getxo a Zaragoza, pasando por San Sebastián, Sevilla y más cerca, en Ourense o Vigo, decenas de personas siguen estas cuentas. ¿Pero cómo funciona?

Cabeceros de cama en la calle, en A Coruña
Cabeceros de cama en la calle, en A Coruña c

De la calle a Instagram

«Es un movimiento colaborativo, sin ánimo de nada», explica González. Cualquier persona que vaya por la calle y junto a un contenedor, como tantas veces, descubra un tesoro, solo tiene que hacer una foto, la manda a la cuenta de Instagram stoopingcoruna con la ubicación en la que la han encontrado, y listo. Los seguidores de la cuenta (cerca de 300) verán esa imagen y si les interesa, irán a buscar el tesoro. «Quien lo encuentre, se lo lleva. A mí me ha pasado que cuando llego ya no está», dice la impulsora de esta cuenta.

Estos días volaban una butaca avistada junto a la estación de tren, unas sillas en Atocha Baja, un espejo en la calle Torreiro, unas puertas de madera en la calle Faro, y hasta una consola en el cajero de un banco. Pero el movimiento se extiende, y ahora ya «hay gente que antes de dejar en la calle un mueble me avisa», dice Lidia, para encontrar alguien interesado que pueda recogerlo y recuperarlo. Porque en muchas ocasiones hará falta chapa y pintura. Y en esto tiene experiencia la creadora de esta cuenta: es propietaria de Maow Design, una tienda de la calle San Andrés que no solo vende detalles de decoración, papelería o manualidades, sino que también imparte talleres de pintura o restauración además de ofrecer servicios de recuperación de muebles e interiorismo.

Butaca abandonada frente a la estación del tren de A Coruña
Butaca abandonada frente a la estación del tren de A Coruña c

De los típicos porches de las casas americanas a las aceras de todo el planeta

¿De dónde viene el término stooping? Todos hemos visto las típicas casas estadounidenses con un pequeño porche en la entrada. En inglés, se denomina stoop. En esos porches y en los jardines de las casas, se dejan muebles y otros enseres que ya no quieren. En un momento en el que la pandemia ha forzado tantos traslados en grandes ciudades, esos muebles aparecían cada vez más en plena calle. Los medios estadounidenses explican que fue una pareja anónima del barrio de Brooklyn la que puso en marcha el fenómeno. Y ha calado de tal forma que cuenta ya con 175.000 seguidores y están desbordados con la cantidad de imágenes que reciben. De hecho, hay otra cuenta independiente para Brooklyn.

No se trata solo de lo simple de la propuesta (veo, disparo, envío y otro recoge), sino que denota también un cambio de mentalidad. Si hace unos años podría parecer hasta cutre llevarse un par de sillas que aparecían junto al contenedor, el compromiso con un consumo más responsable, menos compulsivo, está en todas partes. En las sobras que pedimos en el restaurante, en las tiendas de segunda mano, en el bum de páginas como Wallapop. No se trata solo de ahorrar para redecorar el salón, sino de saber que recuperando algo que aún puede ser utilizado, estamos entrando en la economía circular. Menos consumo, menos residuos, más uso para materiales de todo tipo. Sin ningún tipo de beneficio, en este caso, porque el que llegue antes a la ubicación donde está ese tesoro que alguien ha tirado, se lo lleva. Si a ese compromiso con un consumo más consciente sumamos el placer de presumir de un mueble con solera restaurado por uno mismo, la receta está completa. Y es que, como reza la cuenta original, la basura de una persona puede ser el tesoro de otra.