La lápida, colocada junto a la puerta principal en una fiesta multitudinaria en el siglo XIX, pasó a un lateral cuando la casa, situada en la calle de Damas de A Coruña, fue traspasada a la familia Franco
06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«En el año 1734 nació en esta casa don José Cornide Folgueira y Saavedra, geógrafo, historiógrafo y naturalista de Galicia. Murió en Madrid en 1803. ¡Loor eterno al sabio patriota gallego! El pueblo de La Coruña dedica esta inscripción a su memoria. 21 de agosto de 1892». Así reza la placa de mármol que desde mediados de los años sesenta del siglo pasado puede verse la coruñesa Puerta de Aires, en un lateral de la casa Cornide. No era ese, sin embargo, su lugar original, ya que, como cuentan las crónicas de 1892, la lápida fue inicialmente colocada en un lugar de honor, junto a la puerta principal de palacete en el que había nacido el «insigne patriota», en el número 25 de la calle de Damas, frente a la colegiata de Santa María.
El traslado de la placa a un lateral de la vivienda se produjo después del verano de 1962, cuando el inmueble, que era propiedad de Ministerio de Educación, fue subastado y muy poco después pasó a manos de Carmen Polo, esposa de Francisco Franco. Ya en manos de la familia Franco, hicieron y deshicieron a su antojo, sin que la prensa de entonces diese mucha cuenta de lo que ocurría en el edificio. Pocas alusiones, y muy veladas, aunque sí se sabe, por una crónica de 1964, que la finca estaba en aquellos años en reformas. Quizás fue en ese momento en el que la placa de Cornide perdió su lugar de honor.
Le perdieron el respeto en los sesenta en contra de lo que 70 años antes le habían profesado los coruñeses, que lo colocaron a la altura de María Pita.
Decisión plenaria
El lunes 29 de mayo de 1892, «bastante más temprano que otras veces», el pleno de A Coruña, presidido entonces por Antonio Pérez Dávila, se reunió para aprobar varios asuntos de lo más variados, «declarar prófugos a 14 individuos correspondientes al reemplazo del corriente año», e incluso debatir sobre la mala praxis del practicante de la Casa de Maternidad que, según refleja la crónica de La Voz de aquel día, no había sido capaz de realizar una sangría a una mujer «en un estado muy crítico». La joven en cuestión, «que corría peligro de muerte», se salvó gracias a la intervención del practicante de la cárcel, el señor Vega, que casualmente, y proverbialmente, apareció por las proximidades de la Casa de Maternidad. Ante estos hechos, uno de los concejales le preguntó al alcalde «qué había hecho para que llevase su merecido el practicante del hospital», cuenta la sorprendente crónica del siglo XIX.
Un texto en el que inmediatamente después se explica que el también concejal Salvador Golpe Varela, años más tarde miembro fundador de la Real Academia Galega, «pronunció un elocuente discurso en apoyo a una proposición para que el Ayuntamiento repare la ingratitud que se comete dejando continuar en el olvido la memoria de hombre a quien tanto debe La Coruña como don Daniel Carballo, y de coruñeses tan conspicuos y tan enaltecidos y honrados fuera de aquí como don José Cornide, don Ramón de la Sagra y don Cándido Nocedal». En honor de Carballo, Golpe Varela solicitó que se pintase su retrato y se colocase en el salón de sesiones, «y para los tres restantes pidió que se fijasen lápidas conmemorativas de bronce o mármol en las casas donde nacieron, indicando que su colocación podía ser un número de los festejos próximos». Su propuesta fue aprobada por unanimidad. Y como el señor Golpe lo reclamó, a él le encargaron que se ocupase de organizarlo todo. Esa encomienda también se aprobó por unanimidad.
Curiosamente, y en contra de lo acordado ese día, el político, periodista y abogado Cándido Nocedal se cayó del homenaje, y en su lugar decidieron honrar a María Pita. El triple tributo se incluyó en el programa de las fiestas de agosto de 1892, «conmemoración del glorioso hecho de armas de 1589».
Decidieron que el 21 de agosto de 1892 (finalmente fue el domingo 28) tendría lugar «el solemne acto de ser descubiertas las lápidas conmemorativas que por reciente acuerdo del Ayuntamiento serán colocadas en la casa en que vivió María Pita [Herrerías 22, donde vivía con su segundo marido, Gregorio de Recamonde, en 1589] y en las que nacieron los eximios coruñeses don Ramón de la Sagra [San Nicolás 17] y don José Cornide [Calle Damas 25]».
Fue una fiesta «cívico-militar» multitudinaria, dice la crónica de La Voz de aquel 28 de agosto de 1892, y desde el balcón central de la casa en la que había nacido Cornide, entonces «ocupada por el Círculo de la Ciudad Alta», el concejal Martínez Esparís se encargó de loar la figura del homenajeado. Y tras los discursos, un desfile militar «brillantísimo que demostró una vez más la marcialidad del soldado español».