Los jinetes del toque de queda en A Coruña

A CORUÑA CIUDAD

Decenas de «riders», la gran mayoría de Venezuela, surten de comida a los hogares coruñeses

09 may 2021 . Actualizado a las 10:39 h.

«Son las once de la noche. A pesar del toque de queda, el servicio a domicilio sigue adelante. Una hora más, el tiempo del último pedido. Néstor está cansado pero un último pedido no le vendría nada mal para cerrar el día. (…). Se sube a su moto. Riders los llaman, para darle un toque de exotismo, quizá. Pero Néstor es simplemente un hombre». Lo cuenta con voz de tango Dimitri Papanikas en El café del sur, su programa semanal de radio. Néstor era abogado en Venezuela.

«Luego el shock: un pedido se ha perdido en el camino. Desde la centralita de la multinacional con sede en Madrid acaban de avisarle al cliente que una incidencia imposibilita la entrega de su hamburguesa. El motorista que transportaba el paquete acaba de fallecer tras chocarse con un camión de la basura. Pero eso no se lo cuentan al cliente (...) El 7 de febrero Néstor Alexánder Pérez, venezolano, 48 años, hijo de la diáspora de un mundo con poca piedad se marchaba para siempre en un cruce de calles de Madrid», concluye el locutor.

John, también venezolano de 48 años, y su pareja -«ella era abogada en uno de los bufetes más importantes de Venezuela»- reparten comida a domicilio en A Coruña. «Me gusta conducir», explica él. A ella le gusta la tarea.

En la calle Federico Tapia un repartidor cuenta, mientras espera para recoger un pedido, que su horario es «24-7, las 24 horas, los siete días de la semana». Lleva unos dos años haciéndolo. «Pero si quiere encontrarlos a todos, vaya a A Grela, allí se reúnen», aconseja.

Y allí están: un viernes poco antes de las diez de la noche, en el entorno del McDonald's del polígono hay numerosos repartidores. «Podemos llegar a estar 60», apunta John. Un espectáculo. La cola de coches llega hasta más allá de la rotonda y no solo son particulares sino que hay algunos repartidores que hacen las entregas en coche.

Aunque las motos siguen siendo mayoría, hay riders que van en bicicleta [en la Plaza de Pontevedra o al final de Juan Flórez es posible ver alguno] e incluso en monopatín. Este último es usado por al menos una mujer. Ellas empiezan a estar presentes entre los repartidores aunque de forma muy puntual. 

En varias plataformas

Janjer Vasques es nuevo, lleva pocas semanas trabajando. Explica el proceso mostrando su teléfono pegado a su antebrazo izquierdo: «Salta el pedido, aquí en Severo Ochoa y lo aceptas. Retiras el pedido cuando esté listo y lo entregas. El tiempo de entrega es de 30 minutos máximo pero tienes que hacerlo más rápido para que te pueda entrar otro». Con ello, «la media en una hora punta son 8 o 9 euros, o 6 euros, depende del día. No hay una cuota fija por pedido: depende de la distancia a la que estés».

A Grela tiene otro punto de encuentro de estos repartidores de comida a domicilio que es Marineda, donde varios restaurantes sirven comida a domicilio. También en el entorno del Goiko, en la calle Rubine se concentran estos profesionales que en algunas fechas especiales ven como se multiplica la demanda: «El día de la madre hice 14 entregas en la noche, que es mucho», comenta John, un experto ya que trabajó para Amazon en Madrid haciendo «bloques», repartos programados para un fin de semana y que pueden ser «de tres a 25 0 30 entregas. Y tenías que estar atento porque te avisaban el día antes a veces a medianoche».

Otro de los mensajeros afincado en la ciudad era profesor en Venezuela. Luego estuvo en un país sudamericano y acabó en A Coruña donde, asegura, «no te dejan morir de hambre». Este mes los telediarios mostraron algunos riders, con sus grandes mochilas, en las llamadas colas del hambre de Barcelona y Madrid.

John calcula que ahora hace unos 300 pedidos al mes. Es empleado de una plataforma pero también trabaja para otras. Lo hacen todos porque, explica Vasques, «la mayoría son autónomos y con una sola cuenta no compensa para el pago de la cuota».

Los que se van incorporando a esta tarea pueden empezar a ganar entre 400 o 500 euros al mes pero todos insisten en que es un trabajo que tendría que estar «mucho mejor pagado». La prueba es, comenta uno de ellos, «que si me voy al paro cobro 400 euros al mes». Otro apunta que en Glovo «si llueve te dan un bono».

La nueva ley, aprobada hace unas semanas, obliga a las empresas a contratarlos pero está todavía empezando a aplicarse «y a los más jóvenes no les interesa porque en el primer año pagan menos de autónomos», reconoce uno de ellos. 

Aumento con la pandemia

La pandemia ha provocado un notable aumento de estos mensajeros en A Coruña. Ellos han estado ahí en los momentos más duros: cuando eran los únicos que se movían por las calles vacías. Un ejemplo es que la plataforma Just Eat no llegaba a los 20 riders y ahora está entre los 70 y 80 si bien con el levantamiento del toque de queda y la llegada del verano auguran una bajada de la demanda.

En la esquina de la Plaza de Galicia, un repartidor guarda el pedido en la moto. Es de Glovo. A su lado otra moto de Just Eat cuyo dueño llega corriendo. A pesar del toque de queda «tenemos permiso para trabajar hasta las doce de la noche», explica el primero. Incluso durante el cierre perimetral «venía desde Betanzos, que es donde vivo». No es el único que vive fuera de la ciudad. Antes de arrancar confirma lo que se intuye por su acento: venezolano. De todos modos, aseguran que no son los únicos y como prueba mencionan a un coreano, otro jinete del toque de queda.