Un coruñés se suma a las acusaciones por abusos sexuales contra un sacerdote gallego que ejercía en Ibiza

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Imagen del interior de los juzgados de A Coruña.
Imagen del interior de los juzgados de A Coruña. CESAR QUIAN

El religioso, de 71 años y natural de A Coruña, vive ahora en esta ciudad tras ser apartado por la Iglesia y ser acusado por cuatro personas a las que supuestamente agredió sexualmente cuando eran menores

25 abr 2021 . Actualizado a las 20:15 h.

La denuncia de un hombre en Ibiza contra un sacerdote por un presunto delito de abusos sexuales cuando aquel era menor de edad y monaguillo animó a otras cinco personas a acudir a los tribunales para contar que a ellos les hizo lo mismo. Uno de ellos reside en A Coruña y hace unos días acudió al juzgado de instrucción número 1 para relatar su experiencia. La jueza se inhibió en favor de la sala balear que investiga al sacerdote y que es la que instruye el caso.

El investigado es un sacerdote coruñés de 71 años que desempeñó sus tareas religiosas en Ibiza desde 1981, cuando fue ordenado. El Obispado de Ibiza y Formentera ya lo ha apartado y el cura se desplazó a A Coruña, su ciudad natal, donde ahora reside a la espera de que la instructora lo llame de nuevo a declarar una vez tenga sobre su mesa los atestados policiales.

Mientras que cuatro de los denunciantes relatan hechos sucedidos hace más de 25 años, cuando eran menores de edad, este vecino de A Coruña habló de un suceso que presuntamente sucedió en el 2006, cuando ya era adulto. Ante la jueza de Instrucción número 1 declaró que en aquellas fechas vivía en Ibiza junto a su novia, que entonces se encontraba embarazada. Atravesaban una mala situación económica y pidieron ayuda en la parroquia en la que prestaba sus servicios el sacerdote. Este les ofreció alojamiento en la casa parroquial del Rosario, donde también residía el ahora investigado.

La pareja, agradecida por la entrega «espiritual y económica desinteresa» del sacerdote, le cogieron un gran cariño. Sobre todo después de que el religioso los avalase para alquilar un piso y les diese algo de dinero. El denunciante llegó a escribirle un poema en el que le trasladaba su gran estima por todo lo que había hecho por ellos. En su declaración, precisó que la víspera de que se firmase el aval, el hombre acudió a su vivienda, en la parte superior de la casa parroquial del Rosario. «Sin venir a cuento me besó en la boca con lengua y comenzó a tocarme los genitales mientras él también se tocaba. Me quedé paralizado», dijo. El denunciante, que tenía entonces 28 años, añadió: «Me imagino que no me afectó tanto como si hubiera sido un niño pero sí que me quedé tocado, muy jodido».

Según aparece en su declaración, por entonces confiaba en él, por lo que los tocamientos y el abuso le generaron un golpe moral del que todavía no se ha recuperado del todo, 15 años después. Años después, se vieron en la calle. El denunciante le reprochó aquello y el sacerdote le respondió, según afirmó, que era algo de dos amigos compartiendo.

El hecho de enterarse de que otras víctimas lo habían denunciado, según informa Noudiari, le despertaron todos esos malos recuerdos. «No me sorprendió para nada ver las noticias y, aunque no puedo demostrarlo, tengo la intuición de que también molestaba a un chico que era monaguillo por aquella época en la iglesia del Rosario. No lo puedo demostrar, insisto, pero el comportamiento que veía no era normal», afirma.

La primera de las víctimas que denunció al religioso —lo hizo también públicamente— agradece mucho este testimonio porque el delito ocurrió en 2006 «con lo que no ha prescrito y se consideraría al sacerdote autor de un delito continuado al menos desde 1990 hasta 2006 y podría ser juzgado». Esto es así porque los otros presuntos delitos denunciados son de los años 1990 al 1996, con lo que han pasado más de 20 años y habrían prescrito.