Nosotros, los de provincias

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Sentados alrededor de la fogata en el Campo da Leña, los ancianos mascullan historias de tierras lejanas, situadas al final de la A-6, donde vive una jefa de tribu llamada Isabel Díaz Ayuso...

20 abr 2021 . Actualizado a las 14:29 h.

Cuando el sol ilumina la entrada de nuestra caverna, bajamos a Riazor a lavarnos en las aguas del océano, mientras entonamos los primeros cantos rituales del día (todos de apareamiento, claro).

Ya de vuelta en la cueva, encendemos la hoguera y decapitamos gaviotas para bebernos su sangre aún caliente mientras aporreamos nuestros pectorales y emitimos sonidos guturales en koruño, un idioma inventado para confundir a los llegados de más allá de Elviña.

Con el sol aún bajo, la tribu de los coruñeses descalzos tiene por costumbre subir a lo alto de la Torre de Hércules y ofrecer en sacrificio a sus primogénitos (el consejo de ancianos permite sustituir el sacrificio del primogénito por un abono de temporada del Deportivo, pero pocos son tan osados).

Los más aguerridos celebran luego el mediodía bebiendo una pócima de lúpulo que preparan en una marmita los druidas de A Grela. Algunos, enfervorecidos por los vapores de la poción mágica, se arrancan el vello del pecho e invocan a los dioses de la antigüedad -Fran, Bebeto y Djalminha- antes de zambullirse en el mar para capturar caballas a zarpazos.

Si hay suerte y pescamos un pulpo, lo mazamos contra los cantiles del Muro y regresamos felices a la caverna, donde nos vestimos para cenar con taparrabos curtidos en los telares de Sabón.

Sentados alrededor de la fogata en el Campo da Leña, los ancianos mascullan historias de tierras lejanas, situadas al final de la A-6, donde vive una jefa de tribu llamada Isabel Díaz Ayuso, que asegura que en sus dominios los nativos son muy diferentes de nosotros porque allí «la gente va a museos y teatros» e incluso después del trabajo «pueden ir a una terraza a tomarse una cerveza». No como en provincias, donde aún matamos mamuts a dentelladas y nos apareamos sobre los dólmenes.