«Hijos, estamos en Green»

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Lugares que se nombran, que existen, pero no están y que incluso perviven en las generaciones que vienen

08 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Me parto yo sola antes de empezar la crónica, pero es que me estoy acordando de que hace unos días, en esta Semana Santa, iba caminando por el paseo marítimo y, antes de llegar a las Esclavas, un matrimonio estaba hablando por teléfono y de pronto suelta ella: «Hijos, estamos en Green». Y, claro, una ve ese enorme cartel de Moom, la discoteca-terraza que la ha sustituido, y entiende que este código es muy difícil de descifrar para alguien que no viva nuestra realidad. Una realidad mítica, y casi podemos decir fantasma, pero que se nos sigue asomando en lugares que se nombran, que existen, pero no están y que incluso perviven en las generaciones que vienen. Porque la discoteca Green sigue en pie para esos hijos que seguro que nunca la pisaron y para esos padres que la bailaron cuando en Coruña aún había aquellos maravillosos guateques de tarde.

No me quiero poner nostálgica ni echarme más años de los que tengo, pero cuando Faith, de George Michael, y el Cien gaviotas dónde irán sonaban en Green, los viernes tenían esa alegría de los 16 que ya no vuelve. Aunque cuando la señora con el teléfono en la mano nombró de nuevo a Green regresó por unos minutos esa fiesta con la raya del ojo pintado y aquella explosión de color naranja de las tierras de Egipto.

«Green no ha desaparecido», pensé, pese a todos los locales que se sigan levantando sobre sus metros cuadrados mientras los coruñeses que la vivieron quieran recordarla como todos esos lugares misteriosos que nos llenan las conversaciones: El Pote, el Linar, el Pincel, Pryca, Continente, el cine Goya, el Avenida, Barros o Zumolandia. Todos se resisten a dejarnos porque todavía esconden lo mejor de nosotros mismos. La de secretos guardados que aún tengo yo en aquella pista de baile.