¿Qué fue del proyecto para mejorar Alfonso Molina, la vía con más tráfico de A Coruña?

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Los coruñeses pagan la ampliación desde el 2018, pero las obras siguen sin arrancar

06 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En marzo del 2012, la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, confirmó en A Coruña el próximo inicio de una obra demandada durante lustros: la ampliación de Alfonso Molina, la principal vía de entrada y salida de la ciudad, que aún ahora sigue sin fecha. El plan no era nuevo, en realidad llevaba casi una década en los cajones del Ministerio de Fomento -hoy Transporte, Movilidad y Agenda Urbana-, donde se guardaba desde el 2003 un proyecto que esperaba a ser ejecutado. Solo serían necesarios pequeños cambios técnicos para actualizarlo, y una partida de diez millones de euros que la ministra se comprometió a incluir en los presupuestos del año 2013.

El compromiso de Pastor fue consecuencia de la presión ejercida desde A Coruña, que logró que se incluyese la obra en el acuerdo con Audasa alcanzado en el 2011 por el anterior ministro, José Blanco, que preveía un aumento de los peajes del 1,5 % a cambio de ampliar el puente de Rande entre Vigo y Pontevedra y los accesos a Santiago. El grupo municipal del PP, que recurrió el asunto a la Audiencia Nacional, fue clave en esa presión, pero entre el 2011 y el 2015, cuando gobernó la ciudad, la obra no se puso en marcha. Fomento anunció la licitación de la reforma en el 2014 por 7,6 millones de euros, pero los trabajos no llegaron a arrancar y en el 2015, tras el cambio en el gobierno local, la Marea Atlántica cuestión el proyecto de Fomento, que lo paralizó y empezó a tramitar uno nuevo. 

Sí a los peajes, no a las obras

Mientras en A Coruña se discutía la posibilidad de incluir pasos para anfibios y reptiles en el tramo urbano de la avenida, el mundo seguía girando. Las ampliaciones de Rande y los accesos a Santiago avanzaron. En noviembre del 2019 se aplicó la subida de peajes con la que se iba a financiar esa obra y la ampliación de Alfonso Molina. Los coruñeses, pese a no recibir ninguna mejora, también lo asumieron.

Fomento insistió en que haría la ampliación con fondos propios, lo que supone que los ciudadanos la pagarían dos veces -una vía peajes y otra a través de los impuestos-, pero ni esa posibilidad se materializó.

El único avance hasta la fecha fue la licitación, el pasado mes de enero, de la pasarela de Pedralonga, presupuestada en 1,5 millones de euros. El paso para peatones, de 50 metros de largo y tres de ancho, unirá Santa Gema y Palavea con Pedralonga a la altura del kilómetro 3,5 de la AC-11.

La infraestructura tiene un plazo de ejecución de 26 meses. No estará lista al menos hasta el 2024, y supone una parte mínima del conjunto del proyecto. A finales de enero, el antiguo Ministerio de Fomento aún estaba redactando los otros dos proyectos en los que el actual Gobierno dividió el proyecto de trazado que se había sometido a información pública. El primero de ellos, valorado en casi 14 millones de euros, era para la «mejora de capacidad de la avenida de Alfonso Molina». El segundo, para la «integración ambiental de la avenida de Alfonso Molina», ascenderá a unos 4,4 millones.

La reforma, considerada clave para la ciudad, se ha quedado sin calendario de ejecución. Es más, casi ha desaparecido del debate público. El Partido Socialista, que reclamó durante años la ampliación y la diseñó, ha dejado de reivindicarla. El Partido Popular, que fue a la Audiencia Nacional para que el acceso de la ciudad no quedase por detrás de Vigo y Santiago, tampoco la cita. Otro tanto ocurre con Marea y BNG, que reclamaban la obra como una vía para integrar la avenida en el tejido urbano. Pero sigue siendo la carretera más usada por los coruñeses y los vecinos del área metropolitana.

La avenida es la conexión más usada y casi la más rápida con el área, pese al riesgo de saturación

Con el primer puesto de Alfonso Molina al frente de las vías más transitadas de la ciudad no pudo ni el coronavirus. Todas bajaron, pero la avenida mantuvo su primera posición con gran ventaja sobre cualquier otra competidora. En el 2020, viajaron por Alfonso Molina una media de 40.381 vehículos diarios, mientras que en el 2019 se habían alcanzado los 54.284 automóviles al día.

La reducción fue de más del 25,6 %, pero aún así la avenida registró más usuarios que sus dos competidoras inmediatas juntas. La avenida del Ejército y la tercera ronda no alcanzaron sumadas los 36.000 vehículos diarios.

Pero además, pese a su elevado volumen de tráfico, Alfonso Molina es la segunda vía más rápida para entrar o salir de la ciudad. La velocidad de circulación media se sitúa en los 40,16 kilómetros por hora. Según los últimos estudios de movilidad del Ayuntamiento, realizados el año pasado, solo la avenida del Ejército mejora esa marca con una media de casi 44,3 kilómetros por hora.

Muy por detrás se queda la avenida de Salgado Torres, en la que se circula a una media de 30 kilómetros. En el resto de los principales accesos no se alcanza esa cifra, que es la máxima legal en las calles mucho más estrechas del centro urbano.

Así, en la carretera de Eirís la velocidad media en el 2020 se quedó en 27,2 kilómetros por hora. En la tercera ronda apenas se superaron los 26,6 por hora. Por la avenida de Arteixo se condujo a una media de 26,35 y, por último, el acceso con el tráfico más calmado de la urbe fue la avenida de Fisterra, en la que no se llegó a una media de 23,8 por hora.

Por lo general, en todos los accesos la velocidad media fue más elevada en dirección salida. Hay dos excepciones: la carretera de Eirís, en la que apenas hay diferencia; y la carretera de Arteixo, que es la vía de salida más lenta de la ciudad, con una media de 20,2 kilómetros por hora frente a los 32,6 de entrada.