El plan director de las murallas de A Coruña advirtió en el 2013 de riesgos en San Carlos

montse carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

El Ayuntamiento dice que ya pidió permiso a Patrimonio para actuar en la estructura tras el desprendimiento de cascotes registrado ayer en el paseo de O Parrote

01 abr 2021 . Actualizado a las 09:58 h.

El jardín romántico de San Carlos ha vuelto a dar muestras de fragilidad. Pocos meses después de que la Consellería de Medio Ambiente ordenase parar la obra de reforma de los parterres -ahora autorizada- por posibles daños a los 20 olmos protegidos, la caída ayer de unos cascotes de la muralla dieciochesca que cierra el recinto movilizó a técnicos de la Xunta y el Ayuntamiento de A Coruña en una intervención de urgencia para evaluar el alcance de los desprendimientos en un bien excepcional. Según la inspección del arqueólogo municipal, «no hay riesgo inminente de desplome», pero lo que parecía una anécdota sin consecuencias terminó por dejar al descubierto el peligro de derrumbe del parapeto superior, advertido en el 2013 en el plan director de las murallas y desatendido hasta ahora.

A pocos metros de la entrada del hospital Abente y Lago, el tramo de acera sobre el que se precipitaron las piedras, justo debajo del mirador proyectado por Santiago Rey Pedreira y abierto al sur del jardín en el siglo XX, quedó desde media mañana acordonado por la policía. El gobierno local informó del percance a la Dirección Xeral de Patrimonio, que debe aprobar cualquier actuación que se lleve a cabo en el conjunto histórico, sometido a la Lei do Patrimonio Cultural de Galicia como BIC que es, y a media tarde esperaba que «de forma inmediata» la Xunta respondiera a su solicitud para «proceder de urgencia», a partir del lunes, a la consolidación de los cantos «que no estén debidamente fijados al paramento», señalaron desde María Pita.

El cubo de la muralla coronado por el jardín conserva restos de la sillería de los siglos XVI y XVII, pero es fundamentalmente «una reconstrucción de finales del XVIII y principios del XIX, que es cuando se hace el jardín», explica el arquitecto José Ramón Soraluce Blond, autor del estudio que sentó las bases del plan director y el mayor conocedor de las murallas de A Coruña. Y es en ese proceso de creación del nuevo espacio, alrededor del cenotafio de sir John Moore, explica el especialista, cuando se levanta un murallón perimetral de unos 2,5 metros de altura «para evitar el viento y proteger a los árboles jóvenes». Ese parapeto visible desde el paseo de O Parrote a ambos lados del mirador y en el que se abren varias ventanas alerta a Soraluce ya en el 2013. 

El muro abombado

«Lo vimos al hacer el estudio. Se trata de una pared de piedra sin ningún tipo de refuerzo que se está saliendo hacia fuera, está abombada, efectivamente, con peligro; por eso en su momento avisamos al Ayuntamiento», explica el catedrático de Arquitectura, que propuso rebajar la altura, suprimir las ventanas y convertir el muro en un antepecho de 1,10 o 1,20 metros, similar al que recorre el jardín en la zona donde se encuentra el busto del general escocés, para que los visitantes puedan asomarse a lo largo de ese frente. «El paredón, cuando crecía el jardín y tenía una función protectora, tenía sentido, pero ahora no tiene ninguno, y menos cuando se cae hacia fuera», recalca José Ramón Soraluce, que ve los últimos desprendimientos como «una oportunidad para que le echen un vistazo a esa zona, que también se va a venir abajo».

La zona de la que se desprendieron ayer los cascotes,  situada a la izquierda del escudo, debajo del mirador, pertenece a la muralla que se empezó a levantar a finales del siglo XVIII tras la destrucción de la fortaleza medieval a consecuencia de una voladura que mató a 200 personas.
La zona de la que se desprendieron ayer los cascotes, situada a la izquierda del escudo, debajo del mirador, pertenece a la muralla que se empezó a levantar a finales del siglo XVIII tras la destrucción de la fortaleza medieval a consecuencia de una voladura que mató a 200 personas. EDUARDO PEREZ

En un capricho de la historia, San Carlos volvió a dar señales de vida en vísperas del 3 de abril, el día de 1658 que el almacén de pólvora que ocupaba el promontorio militar donde hoy florecen peonías y azaleas voló por los aires y acabó con la vida de 200 personas, con el convento de San Francisco, dos capillas y el hospital del Buen Suceso.