Las campanadas del reloj de María Pita, en A Coruña, no dejan dormir a los vecinos del entorno

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Tras un año estropeado, ahora los residentes piden que se apague por la noche para poder conciliar el sueño

23 mar 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

«Está muy bien que suenen las campanas, pero que tengan su horario. No puede ser que el reloj se pase la noche entera dando hasta los cuartos. Es imposible dormir y nos está afectando en todos los ámbitos, familiares y laborales». Estas palabras fueron pronunciadas por Raquel Valiño en el Día Mundial del Sueño, que se celebró el pasado viernes en todo el planeta menos en María Pita. Ahí donde «no solo se incumple la ordenanza de ruidos, sino que es que además, el que lo incumple es el propio Ayuntamiento de A Coruña, que es el que debe velar por la legalidad», añade esta residente.

El reloj con un siglo de vida llevaba apagado un año. Las campanas dejaron de sonar cuando llegó la pandemia. No por el virus, sino «por viejo». Tenía una enfermedad llamada años. «Ya a principios del 2020 empezó a dar fallos y la maquinaria se paró. No se trata de hacerle un arreglo concreto, precisa de una restauración completa y compleja», decía entonces el encargado de su mantenimiento, Carlos Sánchez González-Dans. Esa restauración se llevó a cabo en las últimas semanas y pudieron volver a ponerlo en marcha. En todo su esplendor. Hasta ahí, bien. Pero lo malo es que no se calla ni de día ni de noche. Es más, «debe de tener algún fallo porque cuando suenan las campanas de la media noche, en lugar de 12, da 24. Luego llegan los cuartos. Y las horas punta. Y así hasta la mañana. Mis hijos no pueden dormir y nosotros tampoco», añade Raquel Valiño, que después de hablar varias veces con responsables municipales mañana presentará un escrito en el registro por incumplimiento de la ordenanza contra la contaminación acústica.

La solución no pasa por programarlo. Sería muy sencillo manipular su maquinaria para que dejase de sonar durante la noche. Pero el aparato no se deja. Es tan antiguo, que no hay manera de hacerlo. Si fuera automático, no habría problema. Por eso la única forma de que por la noche descanse, tanto él como los vecinos, es que un operario suba todas las noches a lo alto del consistorio, apagarlo y volver a la mañana siguiente para que vuelva a sonar.

Es lo que piden los residentes. Y no es la primera vez que lo hacen. Ya en septiembre del 2019, unos meses antes de que el reloj dejase de funcionar, un grupo de vecinos del entorno de María Pita recogieron firmas. No hizo falta que el Ayuntamiento las contara y procediese al silencio del aparato. Este se silenció solo. «Durante un año dormimos bien, pero ahora que lo han vuelto a arreglar, esto es insoportable», denuncia Elena Vidal.

Los residentes dicen que no pegan ojo. Que «se nos mete en la cabeza y se convierte en una obsesión que nos impide conciliar el sueño. Despertamos varias veces por la noche, nos desvelamos y al día siguiente tenemos que ir a trabajar y nuestros hijos al colegio. Nuestra salud se está resintiendo y exigimos una solución».