Nos mandaron a casa a inventarnos una radio que no habíamos hecho nunca.Y qué radio
17 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Desde hace una semana vuelvo a compartir espacio con Pablo Portabales. Limpio el estudio cuando termino el programa y le cedo la silla. Fernando Molezún me avanza contenidos. Comentamos la última hora a una prudente distancia, con cierta sensación de que la vida vuelve a su cauce. Loreto Silvoso sigue en la distancia, se nos va recuperando Bea Franco...
Como si tocara cerrar un círculo, ayer a los compañeros de Voces de A Coruña les tocaba hacer una parte del programa desde el restaurante Samaná, que celebra las jornadas del bacalao. Y nuestra jefa de publicidad, Rocío, con quien también he recuperado el cara a cara, me cuenta que el 12 de marzo del 2020 este mismo programa fue el último que hicimos en exteriores: ellos abrían las jornadas de la centolla, que ya no pudieron celebrar, y a nosotros nos mandaron a casa a inventarnos una radio que no habíamos hecho nunca.
Y qué radio. Cada uno en su casa, conectados a programas que no habíamos oído nombrar, con nuestro lío de cables, con sonidos que hemos ido puliendo, con nuevos equipos que aprendimos a utilizar gracias a Néstor, Jose, Sonia, Tonecho, Suso, Miguel, la paciencia infinita de los técnicos ante nuestras pifias. Sin dejar de emitir ni un solo día, a pesar de nuestra propia cuota de contagios.
Un año después parecemos los mismos, aunque sospecho que todos hemos cambiado más de lo que dejamos ver. En lo profesional, este año de radio atípica nos ha vuelto del revés. Con toda la humildad, tenemos la sensación de haber sido un poco más útiles. Qué ganas, no se imaginan, de volver al trasiego de invitados y oyentes en la emisora. El día que vuelvan sí habremos cerrado el círculo, por fin.