El problema de reducir A Coruña a un eslogan es que esta ciudad no cabe en un lema turístico
02 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El problema de reducir A Coruña a un eslogan es que esta ciudad no cabe en un lema turístico. Tú tratas de meter A Coruña en una frase y, por muy ingeniosa que sea, te sientes como cuando tienes que subirte encima de la maleta para cerrarla porque se salen las camisas por fuera. A Coruña es justo esa manga que asoma por los bordes cuando te pones de rodillas sobre ella y la cremallera no acaba de cerrar.
Por eso ningún eslogan ha terminado de triunfar. Ni aquel de principios del siglo XX que presumía de «clima ideal» ni siquiera ese otro que promocionó en los sesenta «la ciudad donde nadie es forastero». En los sesenta se produjeron muchos bums: el bum turístico, en el que quería pescar el Ayuntamiento con su hospitalaria invitación, el bum de la construcción, que llenó A Coruña de edificios muy feos y muy altos, e incluso el baby boom, que llenó esos edificios de pequeños coruñeses, que no eran tan feos, pero sí algo más altos.
Vinieron luego lo de «balcón del Atlántico» o «A Coruña, gústame», pero ya casi ni nos acordamos de que esas frases pasaron por nuestras vidas. Ahora creo que el lema oficial es «A Coruña sempre aberta», que no está mal, pero suena un poco a tienda 24 horas.
Andaba yo rumiando estas cosas cuando me di de bruces, en plena calle, con el mejor eslogan de todos los tiempos. Lo vi en una de esas máquinas barredoras que dejan relucientes las aceras a primera hora de la mañana. Allí estaba, al fin, «Coruña infinita», una frase a la altura de una ciudad que no se acaba nunca. Y me pareció muy lógico que fuesen los sabios barrenderos municipales, que conocen A Coruña palmo a palmo, quienes encontrasen el adjetivo que nadie supo ver.