Sor Eusebia reactiva el proyecto de las 20 «casitas» para los sintecho

montse carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

El centro de acogida pedirá una parcela al gobierno local para construir una urbanización con habitáculos individuales con llave

20 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Con los recursos públicos hasta la bandera y 40 personas viviendo en la calle, el Hogar Sor Eusebia ha decidido reactivar el proyecto de construcción de 20 «casitas» para personas sin hogar paralizado desde el 2017 por falta de una parcela municipal. «No lo abandonaré mientras viva», confirma José Vicente Martínez Rico, presidente del centro de acogida y autor de la idea que sustenta la iniciativa. Entregar a quienes viven en la calle «lo mínimo que les debemos dar: seguridad e independencia», apunta el promotor, que añade: «Si hay algo parecido que me lo digan, porque esto puede marcar el futuro».

El plan se bautizó como Mi Casita y en pocos meses pasó de un dibujo inicial esbozado por Martínez Rico en unas vacaciones a los tableros de 25 estudios de arquitectura que presentaron propuestas para ejecutarlo. Se trataba de diseñar una urbanización con 20 «unidades habitacionales» mínimas de 8 metros cuadrados, independientes entre sí y provistas de los equipamientos básicos. Una cama, un armario, una mesa, un lavabo, un inodoro, una ducha y, lo más importante, una llave para cada inquilino. En la misma parcela, un edificio común alberga los servicios generales: un office equipado con vajilla, frigorífico, lavavajillas y microondas, una zona de lavado, un ropero con prendas de vestir y ropa de cama y una estancia para la trabajadora social.

«Hay que conocer la idiosincrasia de esta gente. No son personas sociables. En el Hogar tenemos a 60 usuarios que se adaptaron a las normas pero otros no lo consiguen. Están muy deteriorados, son personas muy vapuleadas por la vida que quieren estar solas y antes que convivir prefieren quedarse en la calle. "Déixame á miña maneira", te dicen. Pero hay que atenderlas igual», recalca José Vicente Martínez, convencido tras 35 años de trabajo con personas sin techo de los efectos benéficos del proyecto. 

Arquitectura se implica

Mi Casita implicó a la escuela de Arquitectura de A Coruña, que en marzo del 2016 redactó las bases de un concurso de ideas en el que salió elegido el proyecto dirigido por el equipo de la arquitecta Ana Cabo. Y a la vez inició contactos con el gobierno de Xulio Ferreiro para hacerse con una parcela de entre 1.000 y 2.000 metros cuadrados en la que construir la «villa» de los excluidos. Pero la cesión del suelo nunca fraguó. Las parcelas ofertadas por el ayuntamiento o bien estaban sin urbanizar y obligaban a hacer una inversión inasumible para llevar hasta allí los servicios, recuerda Ana Cabo -y además apunta las dificultades para resolver ese espacio de 8 metros al margen de cualquier normativa-, o bien no contaban con la aceptación vecinal que la Marea ponía como condición para ceder los terrenos.

La oportunidad de levantar el centro se cerró el 19 de abril del 2017. El equipo directivo de Sor Eusebia, encabezado por su presidente y su entonces director, Diego Utrera, acudieron a una reunión con los vecinos de Eirís, donde el Ayuntamiento ofrecía una parcela, con el ánimo de explicar el proyecto. «Nos insultaron, nos abuchearon y salimos de allí como pudimos. Nos dejaron al pie de los caballos. Paradójicamente, en un ambiente socialista y químicamente puro, el proyecto se fue al garete», lamenta José Vicente Martínez.

Su propósito ahora es «volver a la carga» con los contactos institucionales para obtener 1.500 metros de suelo. La institución benéfica costea la ejecución y el mantenimiento. «¡No necesitamos más que un terreno! Las Administraciones tienen presupuesto para apoyar iniciativas de esta índole y nuestros socios también lo tienen. Yo pongo mi trabajo», concluye Martínez Rico, a la espera de llevar el proyecto a la alcaldesa «cuando se calmen un poco las aguas». En la calle 40 personas «viven, pero no existen para el resto de la ciudad».

Dos puertas: una para ser vistos, otra para entrar y salir sin sentirse vigilados

El carácter que la calle va forjando en las personas sin hogar motivó una amplia reflexión en el equipo de la escuela de Arquitectura que elaboró las bases del concurso y en los propios profesionales que participaron en el certamen para dar respuesta al encargo de Sor Eusebia. «Teníamos claro que el proyecto se hacía para que estas personas conservaran su independencia y decidimos poner en cada espacio dos puertas, una al interior del centro, para que pudieran verlos, y otra al exterior, para que ellos pudieran entrar y salir sin sentirse vigilados», explica Ana Cabo, arquitecta al frente del equipo ganador, que según las bases debía integrar a un estudiante.

Fallado el concurso, la UDC publicó un volumen que recoge las 25 propuestas y artículos de Fernando Agrasar, Amparo Casares, Martín Fernández Prado y Plácido Lizancos sobre la respuesta social al fenómeno de los sintecho desde la arquitectura. «Entender y asumir las necesidades y perspectivas vitales de personas sin hogar exige un esfuerzo de observación, análisis y comprensión que no resulta sencillo [...] Los que menos tienen carecen de recursos y de hogar, claro, pero tampoco tienen familia, ni amigos, ni expectativas», escribe Agrasar.

«Casi todos tienen su carrito y su perro. Su tesoro. Cuatro harapos, pero suyos -explica Martínez Rico-. Ahora tendrán una llave para sentirse seguros y dueños de su reino. La gente en la calle no duerme segura. Está sometida a las inclemencias no solo del frío, sino de la propia sociedad. Vivienda, alimento y vestido. La pirámide de Maslow. Es nuestro deber proporcionárselos».