El Ayuntamiento de A Coruña da un ultimátum a los sintecho para abandonar el asentamiento de la finca de los Mariño

Emiliano Mouzo A CORUÑA

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Emiliano Mouzo

Las cuatro personas que viven en tiendas de campaña se niegan a ir a un albergue

19 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«No quiero ir a ningún albergue, ni al hotel del Ayuntamiento. Allí hay gente muy mala». Quien se pronuncia así es Mohamed, un ciudadano de Marruecos, de 53 años, que montó una caseta con todo tipo de materiales debajo del paseo marítimo, en el área conocida por la finca de los Mariño.

Margarita Sánchez, de 69 años, es otra sin techo que se asentó en la zona en una tienda de campaña. La mujer tampoco atiende las recomendaciones, ni acepta las soluciones que le ofrece Servicios Sociales del Ayuntamiento. «Quiero una ayuda para alquilar una vivienda, no una habitación», subraya. Y es que cuente que ya probó a convivir con otras personas y no es de su agrado: «Te encuentras de todo, personas que beben, consumen drogas... y después hay graves problemas, gritos, peleas, de todo», recalcó Margarita. 

En otra tienda de campaña vive una pareja, él es gallego y ella portuguesa. Tampoco están dispuestos a abandonar la franja costera en donde se asentaron. «Preferimos hacer nuestra vida, no tener que ajustarnos a horarios, a relacionarnos con personas que no conocemos. Nosotros así estamos bien, que no nos molesten», dicen.

Pero el Ayuntamiento no va a permitir ese asentamiento ilegal. Recuerdan desde María Pita que hace unos 10 años «empezaron a llegar personas a esta misma zona, se asentaron unas cuantas y se miró para otro lado. Pero con el paso del tiempo se convirtió en un pequeño poblado, y las dificultades para su desalojo fueron muchas».

De hecho, muy frecuentemente visitan a los sin techo de los Mariño miembros de la unidad de Servicios Sociales, «pero también agentes de la Policía Local». Los primeros velan por la salud de estas personas, «y le ofrecen soluciones para una mejor vida», y los policías «para controlar que no se incremente el número de residentes ilegales». Así, en la mañana de este jueves visitaron la zona cuatro agentes. Establecieron contacto con todos ellos. Le comunicaron, una vez más, que su asentamiento era ilegal, «y cualquier día nos llega la orden para desalojarlos, por eso sería conveniente que fueseis buscando a dónde ir», le recomendaron los agentes. 

Los agentes sí tuvieron una más amplia conversación con Mohamed, y es que el Ayuntamiento «va a proceder de inmediato a la retirada de esa especie de caseta», anunciaron desde María Pita. El hombre les comunicó que ya estaba pensando en alternativas: «Tengo un amigo que vive en un piso y me haría sitio. Es a donde voy cuando hay mucho temporal, porque aquí el viento sopla muy fuerte, y el mar casi llega arriba del acantilado», le explicó.

Mohamed lleva varios años en España, en Galicia. Tiene mujer e hijos en Marruecos, «y dentro de poco voy a ser abuelo», indicó. Asegura que trabajó en varios sectores, «últimamente en la pesca, pero ahora no tengo nada». De hecho, el hombre enviaba dinero a su familia, «pero ahora no puedo, y mis hijos, aunque trabajan, allí se gana poco y no me pueden ayudar», cuenta resignado. También descarta volver a Marruecos: ¿A qué? Allí no hay nada para trabajar», dijo con tristeza.

Por su parte, Margarita Sánchez es natural de A Coruña y ya lleva más de año y medio asentada en la zona de los Mariño. «Antes dormía enncima del muro» que sostiene la pared del paseo marítimo, «pero cuando llegaron estas otras personas con la tienda y con la caseta, también decidí a montar una tienda de campaña», afirmó.

Estuvo casada y tiene hijos. Desde que se divorció «trabajé en todo lo que pude, pero a veces me daban de alta en la Seguridad Social, y en otras no», manifestó.

Por ello, la mujer solo cobra «la pensión no contributiva». Cuando vivía, en Bergondo con un familiar «con esos 400 euros me defendía, a pesar de que estoy pagando un préstamo». Pero Margarita aguantó diez años «muy difíciles» con este allegado, «porque bebía y otras cosas». 

Y se fue. Pero ahora tiene que hacer frente al préstamo «y para comer solo me quedan menos de 200 euros, y por eso me vine para aquí», subrayó. 

Margarita vive con miedo y preocupación desde que llegó a la zona la pareja con una tienda de campaña. «Él ya me pegó más de una vez y me tiró contra el muro y las piedras y sin saber por qué», contó con lágrimas en los ojos. En una ocasión su hija le compró algo de ropa, «llegó él y me dijo que se la había robado a él, y me dio un puñetazo tan fuerte que caí, me caí, me golpeé la cabeza y quedé inconsciente». Pero Margarita no fue al médico, ni denunció a su agresor. No lo hizo porque el joven «me amenazó con matarme. Tengo mucho miedo», explicó.

La pareja es parca en palabras. No quiere explicar cómo pudieron llegar a tener que vivir en una tienda de campaña. Solamente cuentan que para sobrevivir «pedimos en la zona de la plaza de Pontevedra»,