No sé si el confinamiento nos ha dejado más divorcios, pero sí más perros
18 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Ahora que se ha puesto todo muy apocalíptico y la gente se hace preguntas sobre cómo será la vida después del covid, yo, que aún no me lo imagino, solo veo como futuro inmediato una Coruña llena de perros y de perras, que no se me enfaden las hembras. Me imagino un paseo marítimo con coruñeses cada vez más mayores, muy mayores, que han sobrevivido bien a todo este período pandémico, caminando a ritmo para seguir manteniendo la buena salud, y alrededor, básicamente, veo perros. Perros abuelos, perros padres y perros hijos de todos estos que ahora nos habitan en este baby boom que se ha producido en estos últimos años. No sé si el confinamiento nos ha dejado más divorcios, pero sí más perros; desde luego ellos han sido los grandes protagonistas cuando fueron —en exclusiva— los primeros que pudieron poner una pata en la calle: no se podía salir si no era por ellos. Por ellos, se pudo, obviamente, pero no por sacar a todos esos niños pequeños que aguantaron en casa encerrados como mascotas. No sé si es el mundo al revés, o es el mundo al derecho este que hemos construido como una gran comuna animal, donde los perros van siempre por delante tirando de nosotros. Ahora ya se visten a la moda de Zara, que acaba de sacar colección para ellos, como cuenta mi compañera Patricia García; tienen un espacio cada vez más amplio con todo tipo de accesorios en los grandes almacenes; cuentan con hoteles para el verano; peluquerías y spas para que se den buena vida; su atención médica está por encima de cualquier duda y viajan con sus dueños a cuerpo de rey. La generación mascota es la que se quedará con esta nuestra Coruña, no lo duden, con todo lo que hemos construido, con el piso y el chalé de Mera, porque en esta ciudad sin niños, pronto habrá un perro-hijo que pueda heredar.