Un artículo sobre Pedro Galán Hidalgo

La Voz

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Algunas precisiones sobre quien fue profesor en Cee

15 feb 2021 . Actualizado a las 18:18 h.

A raíz de un artículo publicado en La Voz de Galicia por Luis Lamela sobre Pedro Galán Hidalgo (1914-1996), creemos necesario hacer algunas puntualizaciones.

Cuando se juzga a una persona por hechos ocurridos hace más de sesenta años, hay que tener cuidado de no caer en la deformación de valorar el pasado desde criterios de la actualidad, olvidando el contexto y la mentalidad del momento. Vaya por delante que no tratamos de justificar hechos como los que describe Luis Lamela en su artículo.

Hay un detalle importante sobre ese suceso que Lamela también cita, y es que entre los alumnos a los que abofeteó en clase también estaba su propio hijo. ¿No sería esto un indicio de que lo que quería era corregir (aunque fuera de una manera hoy inadmisible) un acto muy censurable que habían cometido los alumnos, y no actuar como represalia? En aquella época, muchos profesores pegaban simplemente por no saberse la lección; en aquel suceso lo fue por unos graves insultos que atentaban contra el honor de los profesores. No es lo mismo.

Durante la dictadura de Franco, cualquier funcionario, para poder ejercer, tenía que acatar los «principios del Movimiento Nacional». Era una condición ineludible y todos lo hicieron. Lo que jamás hizo fue «aprovecharse de su cargo». Ejerció de profesor y vivió de su sueldo (escaso) hasta su jubilación en 1979. Nunca se compró un coche, vivió alquilado, sin propiedades, y solo muy al final, ya en los años setenta, pudo ahorrar lo suficiente para asumir la hipoteca de un piso, que tardó muchos años en pagar. Quizá esta sea la mejor prueba de que jamás se aprovechó de los puestos que ocupó. No todos pueden decir lo mismo.

Lo que Lamela comenta de que «además de profesor de esta escuela (la de Magisterio en A Coruña), ejercía de oficial instructor de la delegación provincial de juventudes y participó en el jurado del concurso provincial de Belenes, postales navideñas». Otro «importantísimo» cargo que cita es el de haber participado «en la constitución de la federación provincial de rugby en la que fue vocal de la primera directiva…».

Evidentemente, para Lamela, tras aquella mala experiencia sufrida en Cee y el hecho de que fuera instructor de la Delegación Provincial de Juventudes (título que se conseguía realizando cursos, no a dedo), impregna toda la biografía de Pedro Galán Hidalgo. Para él, dadas esas circunstancias, necesariamente ha de ser «malo» (con «mala leche», como destaca en el título de su artículo). Todo en su biografía ha de ser también negativo. Solo así se entiende que cite como «cargos» ejercidos de los que supuestamente se beneficiaría, el haber sido jurado de belenes y postales navideñas infantiles o vocal en una federación de rugby.

También fue secretario de la Escuela de Magisterio, puesto que únicamente le suponía trabajo, sin apenas remuneración. Jamás ocupó un cargo de dirección, ya que nunca los quiso, aunque sabemos que se los ofrecieron.

Sí acierta en decir que durante toda su vida su pasión fue la pintura, pero la inmensa mayoría de sus exposiciones las realizó en la Asociación de Artistas de A Coruña, después de su jubilación. Esta asociación no tenía la menor relación con ningún estamento oficial. Y durante décadas este local sirvió para que muchos pintores pudieran dar a conocer su obra, entre ellos, Pedro Galán Hidalgo, que lo hizo allí muchas veces. La Asociación cobraba a cambio un porcentaje de las ventas de los cuadros. ¿De qué manera pudo beneficiarse de cargo alguno para realizar estas exposiciones?

Pintura que gustaba

Su pintura gustaba mucho y hoy sus obras están en muchas colecciones privadas. Recibió muy buenas críticas y sus paisajes al óleo tuvieron mucho éxito. Esa actividad pictórica no tuvo, evidentemente, ninguna relación con su actividad profesional. Mientras estuvo en activo fue paralela y minoritaria, solo pudo ser total después de su jubilación, en 1979, cuando España ya era una democracia.

En el párrafo final de su artículo, Lamela dice: «Y desarrolló intensa actividad como profesor de dibujo en asociaciones como Xacarandaina o en el Centro Social Sagrada Familia…, y aprovechó todos los resortes que le ofrecía su posición dentro de la Jefatura Provincial del Movimiento para impulsar y relanzar su carrera artística, aprovechándolo económicamente». Una vez más, una actividad como dar clases de pintura en asociaciones, a personas que se inscribían voluntariamente para aprender esa actividad artística, aparece teñida de carácter negativo. Pero ¿de qué manera pudo aprovechar esos «resortes que le ofrecía su posición dentro de la Jefatura Provincial del Movimiento» si cuando impartió esas clases de dibujo en Xacarandaina y en el Centro Social Sagrada Familia, esa Jefatura Provincial ya no existía y él estaba jubilado? Fue profesor en esas asociaciones después de 1978, cuando España ya era una democracia. Mal pudo «aprovechar todos los resortes que le ofrecía su posición» para ello, si no la tenía. La gente acudía a él para que le enseñase pintura, simplemente porque pintaba bien y enseñaba bien.

Eso ocurrió después de 1978, ya en democracia; pero lo que es más importante, con anterioridad y durante toda su vida, desde los años más oscuros de la posguerra hasta la democracia, jamás se aprovechó, para nada, de su «posición».

En los años que vivió en A Coruña, se comprometió de manera desinteresada en numerosas obras sociales. Así, fue socio de Cáritas y del Club de los Leones. Nunca quiso ningún cargo en estas entidades, solo aportar su colaboración.

Cualquier vida humana es una balanza entre cosas buenas y malas. Todos tenemos peso en ambos lados, pero lo que diferencia a unas personas de otras es hacia dónde cae el de mayor peso. Se cumplen ahora 25 años de su muerte, por lo que es el momento más oportuno de decir que, por toda su larga y fecunda trayectoria vital, por todas las personas a las que ayudó, por su actividad artística, que compartió, y por no haberse aprovechado jamás de posición alguna (lo subrayamos), objetivamente pensamos que el mayor peso está en el lado bueno.

María Dolores Galán Regalado y Pedro Galán Regalado.