Los vecinos lamentan que no se vea al barrio como parte de la ciudad
04 ene 2021 . Actualizado a las 13:37 h.Una de las múltiples particularidades de A Coruña es su escasa superficie en comparación con la mayoría de las capitales de provincia españolas. De ahí que en las últimas décadas el crecimiento se haya producido hacia la periferia, donde toman forma barrios como Novo Mesoiro, que comenzó a ver la luz como zona urbanizada a principios de este siglo. En el 2021 se cumplirán 18 años de la finalización del primer inmueble y hoy cuenta, según la asociación de vecinos, con una población de 7.502 personas y 3.322 viviendas. En una visión general, se trata de un barrio bastante diferente a los del resto de la ciudad: una cuarta parte de la población son menores de 14 años, solo está conectado con otras zonas por carretera y está rodeado en buena parte por naturaleza, con varios montes que sirven como vía de escape y ocio para muchos vecinos.
Origen
El primer edificio, en el 2003. «O barrio formúlase no PXOM de 1998 e no 96 e 97 xa había idea de urbanizar a zona», explica Manel Méndez, presidente de la asociación vecinal, quien apunta que «está mal chamado porque Mesoiro está como a 600 metros e Novo Mesoiro constrúese no monte de Feáns, no monte do Muíño». Las obras para el primer inmueble comenzaron a final del 2001 y en 2003 llegaron los primeros vecinos. Ahora, hay 83 edificios que responden a una tónica similar. Grades bloques de alrededor de diez alturas y con varias viviendas por planta, muchas de protección oficial.
Población
40 años de edad media y muchos niños. Una de las peculiaridades de Novo Mesoiro es el gran porcentaje de menores de 14 años, un 28 %, una cantidad muy alejada del resto de zonas de la ciudad. «É un barrio novo, dinámico, cunha media de idade preto dos 40 anos e máis de 2.000 nenos. Foi refuxio de xente nova xa que se construiu con pisos de 120.000 euros cunha burbulla inmobiliaria», relata Manel Méndez. El presidente de la agrupación señala que «foi construido poñendo primeiro o beneficio económico das promotoras e despois os equipamentos, e tras case 20 anos estamos así». El modelo de construcción también propicia que todavía haya problemas de presión de agua y de saltos de electricidad.
Impuestos sin retorno
Como un ayuntamiento. «Veo que van cambiando todo por ahí y aquí nada. A mí no me van a comprar con un banco», lamenta Lorena, de la agrupación vecinal. Esta es una de las cuestiones que más exaspera a los habitantes de Novo Mesoiro, que ven cómo pasan diferentes gobiernos y la misma situación de «olvido» mientras siguen con atención los anuncios para otros barrios. «O digo con gracia e con orgullo, pero temos unha identidade particular. Temos máis habitantes que Cerceda, por exemplo. O censo daría para un pequeno concello», señala Méndez, quien apunta que «co que pagamos de IBI, daría para un orzamento pequerrecho», aunque por ahora descartan pedir la independencia.
El corredor
Promesa incumplida desde el 2013. La creación de un corredor entre los edificios de Fragas do Eume y Ribeira Sacra es la principal reclamación vecinal. «Foi unha promesa de Carlos Negreira e que no mandato da Marea se eliminou dos orzamentos. Agora estamos á expectativa, pero sen orzamentos para o 2021 dubidamos que se desenvolva», lamenta Méndez. El uso de este espacio fue cedido al Ayuntamiento por las comunidades de propietarios en el 2016, pero eso no eliminó problemas de salubridad y acondicionamiento hasta que hace unas semanas se hizo una limpieza. Temen que sea algo puntual y la vegetación vuelva a crecer descontrolada. Pérgolas, bancos y zonas de ocio tendrían que completar este espacio, según las previsiones iniciales.
Zonas de ocio infantil
De niños a adolescentes. Una pista polideportiva que incluya espacios para skate o bicicletas, y no solo fútbol o baloncesto, es una de las cosas que, «por cuestións de demografía, o barrio necesita». «Os que vimos a vivir aquí na década pasada xa temos fillos case adolescentes e se non é en coche, non se pode saír», explica Manel Méndez. La agrupación reclama más zonas de esparcimiento y que se dote de una planificación y actividades el espacio municipal TEU.
Centro de salud
Sin estudio para la biblioteca. Este curso se inauguró el colegio, la principal reclamación hasta ahora, pero no la única. Novo Mesoiro lamenta que en el centro de salud «segue sen estar aberta a segunda planta e solo abre de mañá», obligando a muchos vecinos a pedir otro ambulatorio por problemas de horarios. Mientras, siguen a la espera de que se haga el estudio prometido para la creación de una biblioteca.
Movilidad
Más autobús. Una línea de autobús, la 21, es la única que llega al barrio, que reclama nuevas conexiones para poder desplazarse a lugares estratégicos como el materno y no solo al centro. Mónica Calvo también indica que Novo Mesoiro contará en breve con una estación de BiciCoruña y solicitan enlaces a otros carriles bici para evitar el aislamiento geográfico y tener que ir por la carretera.
Naturaleza
En conexión directa. «Vivín na Agra e un dos principais descubrimentos é o ceo pola noite, é unha pasada», asegura Manel. Los miembros de la agrupación destacan que una de las ventajas del barrio es estar conectado directamente con la naturaleza, con varios montes en el entorno y vecinos como zorros, conejos o jabalíes, lo que implica «un respeto hacia el medio».
«Abrín co estado de alarma porque era unha solución e acertei, salvoume a vida»
Manuel Val lleva tres lustros como vecino de Novo Mesoiro y hace cuatro años y medio abrió su primer negocio de hostelería, A do Cuñado. En el momento más complicado dio el paso de inaugurar el segundo pese al riesgo que conllevaba.
«Abrín co estado de alarma porque era unha solución e acertei, salvoume a vida porque o outro é un bar de interior, imaxina en pandemia», relata. «Aínda hoxe espero a abrir de todo. A xente está pedindo moito e so teño palabras de agradecemento, todo o que me pasou foi bo», añade.
Esta segunda iniciativa, además, tiene un toque sentimental, ya que el nombre es A de Maruja. «Quería facer unha homenaxe á miña nai», detalla. Desde que abrió en mayo funciona con sistema de comida a domicilio y mejor de lo que podía esperar. «Cando íamos abrir, chegou a pandemia. Abrimos igual con delivery e xenial, foi un bum. Estábamos dando os últimos retoques cando chegou todo, isto foi case á desesperada e saiu fenomenal, se me queixo é vicio», asegura Manuel Val.
Aunque por ahora funciona para pedir comida a domicilio, el interior es llamativo ya que cuenta con diversos elementos decorativos como una canasta de baloncesto y la barra está dentro de un food truck. «Está todo feito a man, levounos un ano durante os ratos libres», explica. El éxito de este segundo negocio ayudó a conllevar los malos momentos de la pandemia, en los que también emergió la solidaridad de los habitantes de Novo Mesoiro. «Houbo xente que gardou un euro todos os días e cando abrimos o entregou. Conseguiron emocionarme moitísimo nos momentos malos, así son as cousas aquí», apunta.
Después de quince años en el barrio, Manuel asegura estar «encantado» en Novo Mesoiro. «A maioría dos residentes son xente nova, hai moitos da Costa da Morte, a xente é campechana e está moi unida, isto é case un pobo». Esta es la situación en la actualidad, aunque cuando llegó, que solo había un edificio, era diferente. «Cando abrín tiña medo porque isto era un barrio dormitorio, pero agora hai moito movemento e se compra nos negocios do barrio», afirma.
Con la casa a 200 metros y dos negocios en marcha, Manuel transmite felicidad y orgullo por pertenecer a Novo Mesoiro: «Como tasqueiro, é unha zona inmellorable, en catro anos non tiven nin un problema, nada».
«Tenemos el colegio que queremos, pero no el que necesitábamos»
El pasado mes de septiembre supuso un punto de inflexión para Novo Mesoiro con la inauguración del primer centro de educación infantil y primaria, una demanda que se arrastraba desde hace años para dar respuesta al alto número de menores que hay en el barrio, aunque su apertura no terminó con las reclamaciones.
«Es mejorable y muchísimo, sobre todo hay deficiencias a nivel de enseñanza dotando a los profesores de los medios suficientes. El número de docentes es escaso, principalmente de necesidades especiales. También a nivel de equipamientos digitales para el alumnado y el personal, por ejemplo no hay red wifi y la cobertura móvil es muy mala», aseguran desde la AMPA, que destacan continuamente la «implicación» del profesorado y del equipo directivo. «Se nos dijo que íbamos a tener dos conserjes y hay uno, es insuficiente», añaden.
En el primer curso del CEIP hay 315 alumnos aunque la capacidad total es para 450. «Creemos que el año que viene no van a ser suficientes», mientras que en este ejercicio achacan las plazas libres a la incertidumbre que tuvieron algunos padres por la irrupción de la pandemia y la posibilidad de que se retrasase la inauguración. «Algunos temimos que no se abriese, hace un mes todavía había una grúa, pero se hizo rápido y por eso faltan cosas», apuntan, aunque algunos lo tenían más claro y preferían ser positivos.
Una de las principales reclamaciones va más allá del profesorado o del equipamiento, sino que tiene que ver con algo estructural. «Desde el principio pedimos que hubiese secundaria. ¿Qué les costaba hacer siete u ocho clases más?», se preguntan. La organización actual depara que el segundo centro que les toca por demarcación es el de A Sardiñeira. «La circunscripción de este colegio es bastante amplia, lleva sin cambiar desde 1982 y hay familias que tienen un niño en este colegio y otro en uno distinto», explican. «Nos consta que pedimos muchas cosas pero no son tan raras, son lo mínimo», dicen, y ponen como ejemplo que «en tiempos de pandemia haya clases con 25 niños mientras hay aulas que están vacías».
De luto
La inauguración cuando todavía sigue habiendo muchas cosas pendientes les hace estar «de luto». Por ello, colgaron lazos negros en la verja exterior del centro: «No entendemos abrir un colegio en estas condiciones».
Sin embargo, las reclamaciones se ven en parte compensadas por los aspectos positivos del centro. «Tiene instalaciones nuevas y muy punteras, como la ventilación. Pedimos, pero también somos agradecidos y privilegiados. El equipo de trabajo es joven y la metodología tiene mucho en cuenta al alumno», destacan desde la AMPA, que también apunta a la «implicación» del barrio en la cesión de elementos para el patio o para la decoración navideña.
«Tenemos el cole que queremos, pero no el que necesitábamos», resume una de las integrantes de la AMPA. Así, la satisfacción de ver cómo el barrio finalmente cuenta con el centro que demandaba choca con «deficiencias» como la «falta de papeleras en el patio o de dispositivos digitales».
El comedor
«Abrir el comedor fue una yincana. Nos tiramos todo el verano haciendo papeles desde casa y lo abrimos con una autorización provisional», explican desde la ANPA, a quienes les quedó una espina clavada.
«Pedimos que tuviese cocina, pero por una licencia de extracción de gases y salida de humos no la hay. No se entiende, promocionan la comida sana pero luego no la permiten», se resignan.
Un nacimiento contra los elementos
«Nos constituimos en el párking del centro cívico una tarde de julio, no nos cedían ningún espacio, salvo el pabellón previo pago de 200 euros que no teníamos», recuerdan varias integrantes del ANPA. La apertura del comedor, servicio cambiapañales, ofrecer un campamento o elaborar un protocolo covid (además del propio del centro) son algunos de los logros de la agrupación en apenas cinco meses y con una pandemia por el medio.