Mi vida bajo un paraguas

Luís Pousa Rodríguez
Luis Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

08 dic 2020 . Actualizado a las 08:34 h.

Entrevista mi amigo Jorge Casanova a Rogelio Lama, de Paraguas Carballo, que es una de esas empresas sistémicas de A Coruña, más o menos como cuando en Mary Poppins cuentan que Inglaterra existirá mientras exista el Banco de Inglaterra. No voy a dar más nombres, que algunos se celan, pero hay seis o siete firmas en A Coruña que ya no son negocios, sino instituciones, y si un día faltasen vislumbro algo parecido a cuando a Sansón se le inflaron las gónadas y derrumbó el templo con los filisteos dentro.

Fabricar paraguas en A Coruña es estar en el meollo del cogollo del I + D de la lluvia. Algo así como ser párroco en Roma o interior zurdo en Buenos Aires. Lo que pasa es que, como somos algo zascandiles, los coruñeses a veces le ponemos los cuernos a los de Carballo y nos compramos un paraguas de emergencia en el chino. Pero sabemos que esa relación es solo un polvo de ascensor, y cuando queremos un paraguas en plan matrimonio -lo que los cursis llaman pareja estable- vamos al sanctasanctórum de los paragüeros en la calle Panaderas.

Cuenta Lamas que algunos de sus artículos duran 25 años y que se heredan de padres a hijos, lo que puede suponer un problema como suban el impuesto de sucesiones y haya que aflojar también por el seteparroquias del yayo.

Eso de abrir un paraguas y quedarse a vivir dentro durante dos o tres décadas me parece fascinante. Sobre todo cuando pienso en lo que apunta el CEO de Paraguas Carballo de que hay fetichistas que calibran la calidad de estos artilugios solo por el sonido que hacen al abrirlos. A mí, que como tantos coruñeses me he pasado media vida paseando bajo las varillas, hay pocas melodías que me gusten más que el toqueteo de las primeras gotas del aguacero cayendo sobre la tela de un buen paraguas.