Carlos Antonio Gómez Freijoso, lo lógico en la cirugía

Francisco Martelo

A CORUÑA CIUDAD

CARLOS GOMEZ FREIJOSO.
CARLOS GOMEZ FREIJOSO. MIGUEL VILLAR

El cirujano ourensano se hizo merecedor del reconocimiento entre los enfermos y sus compañeros

05 dic 2020 . Actualizado a las 19:52 h.

Nos ha dejado Carlos Gómez Freijoso, uno de los jefes del servicio cirugía general del antiguo Chuac. Ourensano, llegó a la universidad con un título bajo el brazo que señalaba capacidad y entrenamiento para el estudio, el de ser maestro recién egresado, e hijo de maestros. Había seguido la norma familiar, pero su humanismo buscaba una mayor plasticidad, por lo que soñaba con la cirugía como una forma de ayuda más vitalista. Se instaló en aquel Santiago morriñoso en el que supo hacer amigos inolvidables entre los compañeros de estudios y de la cápsula a presión de amor y lealtad que era en aquel momento el colegio mayor San Clemente.

Su carrera terminó al unísono con las algaradas del mayo del 68, en un momento de una gran avidez por un país diferente, en un escenario de la sanidad totalmente nuevo. Sus méritos le permitieron instalarse como médico residente de una de las especialidades troncales de la Medicina, la cirugía general, en uno de los mejores hospitales del país, el hospital Vall d’Hebron, de Barcelona.

Su excelente formación le permitió la vuelta al terruño, en el seno del hospital Juan Canalejo, avanzadilla de nuestra medicina en los años setenta. Allí pudo compartir su esfuerzo con excelentes profesionales del momento. Muchos de los pacientes de esos años se beneficiaron de sus conocimientos y su técnica para superar patologías complejas y el hospital se vio favorecido por su capacidad para poner en marcha nuevos procedimientos quirúrgicos. Su estancia en Pisttburgh, con otros compañeros, fue el inicio del trasplante hepático en el hospital.

Se hizo merecedor del reconocimiento entre los enfermos y sus compañeros de toda nuestra Galicia, pero su dimensión humana afloró todavía más cuando su familia tuvo que pasar por el tremendo pesar del fallecimiento repentino de su hijo Carlos, que iniciaba sus pasos como estudiante de Medicina. Siempre buscaba una mirada afín y cercana entre los nuevos estudiantes que llegaban al hospital.

Queremos confortar, en lo posible, a Carmen, su esposa, a sus hijos y a sus afligidos nietos, en la seguridad de que será recordado siempre por sus pacientes y sus amigos.