Sin campanadas en María Pita

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

kopa

Seguramente todos pidamos el mismo deseo: que este año se vaya al infierno

04 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo escribía ayer Pablo Portabales: el reloj de María Pita no dará las campanadas en Nochevieja. No se trata de otra decisión del Ayuntamiento de chafar la fiesta por culpa del coronavirus. Pero hasta las averías coinciden con el penoso momento que nos ha tocado vivir. El silencio que generará su ausencia, cuando el calendario pase del 2020 al 2021, será la simbólica despedida de un año para olvidar. No es que esto sea la Puerta del Sol, ni que acudan hordas de coruñeses a recibir el futuro inmediato a la plaza magna de la ciudad, pero la sensación que le queda a uno cuando lee eso es algo así como: «¡Otra más!».

Hemos podido disfrutar el carnaval de milagro. Cuando el coronavirus era algo «que ocurría en China», aquí andábamos de choqueiros y dándole a la filloa, ajenos a lo que se nos venía encima. Alarmarse era de, ejem, alarmistas. Cuando no de ignorantes. ¡Cuánta superioridad moral malgastada por ciudadanos metidos a virólogos decidiendo qué bicho contagia y qué bicho no!

Luego, todo se precipitó. Nos quedamos sin poder pasear. Nos quedamos sin bares. Nos quedamos sin Semana Santa. Nos quedamos sin San Juan. Nos quedamos sin cumples en parques de bolas. Nos quedamos sin poder ir a ver el Dépor a Riazor. Nos quedamos sin pregón de fiestas. Nos quedamos sin festival Noroeste. Nos quedamos sin poder a los pubs. Nos quedamos sin poder dar besos y abrazos. Nos quedamos sin Halloween. Y, sobre todo, nos quedamos sin muchas personas, que es lo importante.

Por eso cuando suene el silencio de la ausencia de esas campanadas, seguramente todos pidamos el mismo deseo: que este año se vaya al infierno. Y no vuelva más. Mi despedida va por adelantado: ¡Hasta nunca 2020!