Carlos Fernández Quintás, pionero del Centro Oncológico

PACO DOCAMPO A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Carlos Fernández Quintás (Santiago, 1933 - A Coruña, 2020)
Carlos Fernández Quintás (Santiago, 1933 - A Coruña, 2020)

El otorrino y profesor falleció en A Coruña a los 87 años

06 oct 2020 . Actualizado a las 13:07 h.

Carlos Fernández Quintás (Santiago de Compostela, 1933) falleció este lunes en A Coruña, donde vivía. Se fue en paz, rodeado de los suyos. Llevaba un tiempo enfermo. Se enfrentó a la enfermedad con serenidad, entereza y sentido del humor. Era un gran esposo, padre y abuelo. Un magnífico otorrinolaringólogo, un buen profesor y una excelente persona. Para él, los pacientes eran sus amigos. Tenía una dimensión humana y humanista que algunos echamos de menos en estos tiempos de la telemedicina, donde conseguir que te vea tu médico de cabecera es una misión casi imposible.

 El doctor Fernández Quintás fue uno de los pioneros del Centro Oncológico de Galicia, auspiciado por la AECC, que abrió sus puertas en 1972, en un pequeño edificio anexo al Hospital Labaca. Allí trabajó codo con codo con su gran amigo y colega, el querido y recordado José Otero Raíces. Allí operó a muchos pacientes con cáncer de laringe. Curó a veces, alivió muchas otras y consoló siempre. Y esa fue su gran recompensa.

Él sabía, como apunta el profesor Salorio, que «la enfermedad no es solo una alteración fisicoquímica, es una espina clavada en una biografía personal, una amenaza». Por eso, a algunos enfermos los curaba entendiéndolos. «Pertenecía a una generación de médicos -como recuerda Luciano Vidán- donde los valores del humanismo en el trato a los pacientes, la responsabilidad y la ética en el ejercicio de la profesión y el respeto y la fraternidad con los compañeros han sido las guías constantes de su ejercicio profesional». Entendió el acto médico como un acto de amor por la vida humana, por el enfermo y por la misma profesión con la que se comprometió y a la que dedicó toda su vida. Su objetivo no fue otro que ayudar a sus pacientes.

No solo aplicaba las últimas técnicas, sino que, además, entendía la angustia y la incertidumbre que suponen la enfermedad. Lo mismo que el gran Alfonso Solar, llegó a la conclusión de que «únicamente el acto médico permitirá que la medicina, pese a la tecnología, la farmacogenómica y el big data, siga siendo la mejor profesión del mundo».

Tuve la suerte de entrevistar al doctor Fernández Quintás en su casa, hace unos dos meses. Fui testigo del gran amor que le profesaba su familia. Gracias a ella, pudo alcanzar lo que Thomas Chalmers llama la dicha de la vida: «Tener siempre algo que hacer, tener alguien a quien querer y tener alguna cosa que esperar».

Descanse en paz.