Los vecinos comentan que la sensación de inseguridad han ido a más no solo por el trapicheo de droga y las peleas, sino también por un incremento en otras actuaciones delictivas como robos y hurtos. «En los bares se piden una cerveza o cualquier otra consumición y después se van sin pagar. Han entrado ya en varios garajes y se han llevado bicicletas e, incluso, sillas de seguridad infantil del interior de vehículos. El otro día a una señora que salía del Gadis le robaron una cadena de oro... Incluso han robado en las huertas que hay junto a la calle Antonio Ríos y la avenida da Concordia.
Zona urbana pendiente de desarrollar
El presidente vecinal, Ramiro Otero, recuerda que la zona donde se encuentran las casas ruinosas pertenecen a un ámbito urbanístico gestionado por una junta de compensación y que está pendiente de edificar. «Nos hemos cansado de repetir al Ayuntamiento que tienen que hablar con la junta de compensación para dar carpetazo a este asunto. Y para ello hay dos formas: la primera es instarles a que tapien estas viviendas y la segunda es que procedan a su derribo, porque esas casas ya no pintan nada ahí». Recuerda que hace unos meses, el pasado marzo, la Policía Nacional realizó una operación antidroga muy cerca de este foco de trapicheo, concretamente en la calle Camino de la Iglesia, en las inmediaciones de la iglesia de Santa María de Oza. «Y tenemos a sospecha de que allí se vuelve a vender droga. Sabemos que hay varios puntos de venta, aunque los consumidores van a pincharse a otras zonas, pasando por las zonas infantiles o los centros escolares», censura.