Una pareja enferma malvive en una furgoneta frente al Millenium

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Ángel Manso

Aseguran que ninguno de sus seis hijos los quieren con ellos

06 ago 2020 . Actualizado a las 09:16 h.

María José Suárez Suárez, de 70 años. Diego Barrul Vargas, de 67. Con seis hijos ya mayores y toda una vida de duro trabajo, y desde hace ya unos años [que ya ni recuerdan] viviendo en una destartalada y sucia furgoneta.

Primero aparcaron el viejo y corroído vehículo en las inmediaciones de las nuevas instalaciones de Padres Rubinos. Ahora están en el arcén del paseo marítimo, a la altura del Millenium.

La pareja solicita que las instituciones le den o alquilen una casa, porque los particulares «ni nos miran cuando vamos a arrendar algún piso», cuenta entre lágrimas María José. Dice que gracias a sus cotizaciones, cobran entre los dos unos 1.000 euros, y podían pagar la estancia «en una casa social, de esas del Ayuntamiento», subraya.

Mientras, la pareja duerme en un viejo y gastado colchón que ya hace un tiempo «nos dio una señora». Para taparse solamente tienen una manta: «En verano aún se aguanta, pero en invierno la furgoneta es una nevera», dice con resignación María José.

Tampoco tienen agua corriente. Con una minusvalía importante, al igual que su compañero, tienen que desplazarse hasta la casa de una hermana de ella, en Labañou «y traemos cubos y así nos aseamos». Para hacer sus necesidades acuden a los baños de Carrefour, en Os Rosales, o a un váter portátil del paseo.

Comen cuando tienen, sobre todo durante los primeros días de cada mes. «Cuando cobramos es cuando compramos», y cocinan los alimentos en una pequeña cocina de acampada. La botella de butano la tienen en el interior del vehículo, con el consiguiente peligro, «porque mi Diego fuma muchísimo».

Para soportar los duros inviernos, María José y Diego tienen un duro trabajo: «Tenemos que forrar todo con plásticos y papeles para que no entre el frío ni la lluvia», explica María José.

¿Cómo llegaron a esta situación? «No fue por no trabajar, y desde niña», cuenta la mujer sollozando. Recogió uvas en la Rioja, Naranjas en Valencia, ciruelas en Murcia; fregó casas en Vigo y repartió pan en Ourense.

El primer marido de María José murió a los 35 años, «y saqué adelante mis seis hijos». Saben dónde viven, «pero no nos quieren. Estuve en Vigo con una de ellas y solo recibía desprecios, y nos fuimos», dijo entre suspiros.

La mujer lleva en su interior un marcapasos, un brazo lo tiene inmóvil y sufre de las piernas. Diego es sordo y padece del intestino, pero María José depende de él. «Hasta me tiene que peinar».