Vecinos de Elviña: «Pagamos los mismos impuestos, pero nos tienen abandonados»

Pasear con seguridad por el barrio coruñés de San Vicente de Elviña, sobre todo si viene un coche por la misma calle o eres un señor mayor, es casi imposible: no hay aceras, hay maleza sin cortar en los bordes del camino, no hay un sitio donde sentarse para hacer una parada... «Este es un barrio desamparado totalmente», sostiene José Gabriel Núñez Rodríguez, Lucho, uno de los vecinos más veteranos del histórico barrio.

Lucho lleva 44 años viviendo aquí. Por delante de su casa, en el Camiño do Lagar de Castro, dice, veía pasar habitualmente a muchos estudiantes que iban de una parte del campus de la Universidade da Coruña a la otra. «Antes esos terrenos estaban cuidados por la gente que trabajaba la tierra, pero desde que expropiaron los terrenos esto parece una selva», afirma Lucho. «Llevan más de diez años sin limpiarlo y los vecinos estamos cansados de llamar al Ayuntamiento para contarles». Según cuenta este vecino, desde el palacio municipal solo les contestan que esa petición ya está apuntada. Sin ninguna acción más.

En esa misma calle, de camino a la universidad, se construyó hace unos años un área recreativa para el disfrute de los vecinos del barrio. Allí había una cocina para cursillos, un gimnasio, duchas, servicios, una portería de balonmano, una canasta y un par de mesas de granito con sus asientos para sentarse. «Pero las llaves solo las tenía un empleado del centro cívico, que era el encargado de abrir y cerrar», relata Lucho. «Y a los seis meses lo dejó abierto todo, y entraron unos vándalos que hicieron de todo menos bien».

Más tarde, le dieron las llaves a otra entidad, «que abre y cierra cuando quiere. Y nosotros, que llevamos aquí toda la vida, ya no tenemos un sitio donde sentarnos en un radio de tres kilómetros cuando vamos a dar un paseo», asegura Lucho.

Sin limpieza ni marquesinas

Otra de las quejas de los vecinos de San Vicente de Elviña tiene que ver con la limpieza de las calles. «Nosotros pagamos los mismos impuestos que el resto, pero el Ayuntamiento no debe saber ni que estamos aquí», dice irónicamente Eugenio Mosquera, otro de los vecinos del barrio. «Nos tienen abandonados. Aquí cada uno limpia el trozo de calle que está en frente de su casa. Si no fuese por los vecinos, esto se hundiría», asegura Mosquera.

Para Lucho, este problema tiene especial relevancia cuando llueve. «Habría que hacer algún muro de contención en algún lado, porque en la rúa O Canedo, por ejemplo, baja el agua muy copiosamente arrancando todo lo que puede y las hojas de los árboles atascan las cañerías», señala.

Además, dos de las paradas de autobús que hay en el barrio no tienen marquesina, lo que es un problema para las personas que necesitan sentarse mientras esperan o que quieren protegerse cuando llueve. «Y en algunos sitios, si pasa un coche o un autobús, tú te tienes que apartar para pasar, porque no hay espacio suficiente», incide este vecino. Tampoco hay agua en el lavadero que se construyó en los setenta ni agua potable en la fuente. «Y tampoco se puede derribar para poner un parque porque lo catalogaron como monumento», señala este vecino.

«Estamos desamparados totalmente», concluye Lucho. «Este es un barrio como otro cualquiera, pero no tenemos nada. Da pena vernos».

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