Pablo Casal en la sede de Asperga: «Cualquier ayuda a estos colectivos es poca»
A CORUÑA CIUDAD

El director xeral de Orientación de la Xunta ha querido destacar «la importancia de la vinculación entre asociaciones como esta y el tejido empresarial de Galicia»
03 jul 2020 . Actualizado a las 11:40 h.El director xeral de Orientación y Promoción laboral de la Xunta, Pablo Casal, visitó esta mañana a varios alumnos del Programa Integrado de Emprego (PIE) de la Asociación Síndrome de Asperger Galicia (Asperga) en A Coruña. En su encuentro con los responsables del centro, trabajadores y tres usuarios, Casal ha querido conocer de primera mano cómo van a desarrollar su servicio de integración laboral, que consiguió hace unos días una de las 270 subvenciones de la Xunta destinadas a la contratación de orientadores laborales.
Tras hablar con ellos, Casal ha asegurado que se ha llevado «una impresión muy buena» y ha querido destacar «la importancia de la vinculación entre asociaciones como esta y el tejido empresarial de Galicia». En este sentido, el director xeral de Orientación ha añadido que «desde la Xunta estamos convencidos de que cualquier ayuda presupuestaria que se haga a este tipo de colectivos es poca y seguiremos apostando por la orientación laboral como un servicio para facilitarla inserción laboral de estas personas».
Por su parte, desde Asperga dicen estar muy contentos por la ayuda, ya que el fin de la asociación no es solo la contratación de los usuarios sino también la inserción real en las empresas. Para ello aseguran que es necesaria una «labor pedagógica dentro de las empresas u organizaciones». «Se está desperdiciando mucho talento por una discapacidad que está en un papel», advierten.
En Asperga explican que es cierto que los trabajadores con Asperger necesitan una «adaptación por parte de la empresa, pero es como poner una rampa». «Mucha gente piensa que las personas con Asperger tienen una discapacidad intelectual, pero no es así», explica Yago Lage, trabajador social en Asperger. «Ellos te lo explican diciendo que se sienten incómodos en ciertas situaciones; si nosotros tenemos un cerebro neurotípico, ellos lo tienen neurodiferente».
«Es un colectivo muy vulnerable a nivel laboral», asegura Susana Basterrechea, responsable de comunicación de Asperga. Por eso dicen que su objetivo. «No solo hay que ayudarles a conseguir trabajo, sino también a mantenerlo; hay que acompañarles en todo el proceso», sentencia Marisol García Penalta, directora del centro.
Las dificultades para trabajar
Durante la visita, Pepo, Miguel y Jorge, tres usuarios del centro, le han contado a Pablo Casal sus experiencias en el mundo laboral. Pepo es ingeniero de caminos, pero ahora se está preparando unas oposiciones «más generales». Pepo cuenta que, cuando le diagnosticaron el síndrome de Asperger con 26 años, «fue un alivio, porque ya sabía por qué era diferente». Desde entonces, no ha querido esconderlo y ha participado en varias charlas para dar a conocer su «diferenciación».
«Al ser una condición invisible, sus compañeros de trabajo no saben lo que tienen delante ni cómo enfrentarlo», explica Yago. Eso es lo que causa la mayoría de problemas.
Para Miguel, venezolano residente en España desde hace unos meses, el diagnóstico significó «aprender a vivir otra vez». Hace unas semanas, Miguel ha terminado un ciclo de mantenimiento electrónico y ha sacado un 10. Está esperando que le dejen empezar sus prácticas, que se han visto retrasadas por el coronavirus.
Jorge fue diagnosticado con Asperger cuando era más pequeño y reconoce que eso ha hecho que para él todo sea un poco más fácil. Ahora está estudiando un ciclo superior en Administración y Finanzas.