El verano en el que las bodas serán en otoño

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

30 may 2020 . Actualizado a las 13:19 h.

Lo dice un cocinero experimentado. Un profesional que desde el año 2000 preparó menús para 1.200 parejas y sus respectivos invitados. «Nunca nos había pasado tener fines de semana libres en agosto en nuestros 20 años de historia», afirma Antonio Amenedo, el cocinero del pazo de Santa Cruz de Mondoi, en el ayuntamiento de Oza-Cesuras, a las afueras de A Coruña. Esta semana conmemoraron el vigésimo aniversario de una manera diferente a como les hubiese gustado a él y a su socio, David Lousa. «Ya cuando cumplimos 15 montamos un guirigay de cuidado e invitamos a los novios que se casaron aquí. Y esta vez la idea era organizar un festival en condiciones, pero para poder admitir tan solo a 50 personas no merece la pena. Lo aplazamos», comenta. En realidad, todo en nuestra vida se aplazó. El 2020 será recordado por las primeras comuniones en octubre y por bodas a final de año. «Las parejas que tienen familia fuera, que viven en otros países, pasaron el convite para el año que viene. No saben cuándo se abrirán las fronteras, qué vuelos habrá… Y cuando lleguen los invitados del extranjero tendrían que estar 14 días de cuarentena. Es un lío», explica. Ya pasaron 15 bodas para el año que viene. Y algunas de las que pensaban contraer matrimonio en primavera o a principios del verano buscaron fecha más adelante. «La próxima la tenemos la última semana de julio. Después hay programadas dos en agosto, cinco en septiembre, seis en octubre y tres en noviembre. Hay más bodas en otoño que en verano», destaca Antonio. Celebran el vigésimo cumpleaños con ilusión pero en unas condiciones difíciles. «Nuestra facturación es cero comparada con el año pasado y sin bodas no podemos dar de alta a los trabajadores», se lamenta. Una situación que también estarán experimentando otros negocios similares de toda Galicia.

NOVIAS MUY AFECTADAS

Además de hacer frente a la delicada situación económica y a planificar la temporada de bodas otoñales, tuvieron que hacerse cargo de otro problema: los disgustos de los novios. «Para cualquier pareja, el de la boda lo tienen marcado como el día más importante de sus vidas. Lo planifican con más de un año de antelación. Pero no solo el menú y la fiesta, sino el viaje y todo lo demás. Fueron semanas de muchos disgustos. Ha visto novias muy afectadas, que decían que se les desmoronó todo.Llorando sin parar», asegura Amenedo, que en ocasiones tuvo que ejercer de improvisado psicólogo. Quién se lo iba a decir hace 20 años cuando él y su socio eran unos chavales (les muestro la foto de cuando empezaban).

«Fuimos pioneros. Yo venía de trabajar en el departamento de banquetes de hoteles canarios importantes como el Bahía del Duque y mi ilusión era montar un salón para eventos aquí. Recuerdo que hubo veranos de 90 bodas. Y hasta un mes de agosto con 15. Fíjate que tuvimos una un lunes que no era víspera de festivo. Eran otros tiempos y existía menos competencia», relata a unas semanas del verano más raro en sus 20 años de festiva historia. Que pronto se oiga el ¡Vivan los novios!