Okupan una mansión de 750.000 euros y 610 metros en A Zapateira

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Una familia habita el chalé desde hace dos meses pese a que la policía intentó echarla

07 jul 2020 . Actualizado a las 19:45 h.

La casa es de las que llama la atención. Ahora más porque está okupada, pero antes de que una familia la hiciera suya, hace dos meses, estaba a la venta y solo los más ricos podían soñar con vivir en ella. Cuesta 750.000 euros. Y los vecinos del entorno dicen que «está muy bien de precio», pues se encuentra ubicada en una de las zonas más exclusivas de A Zapateira, entre la calle Roma y Aguaceiros, justo en el límite que separa los municipios de A Coruña y Culleredo. Ahí, desde donde se alcanza a ver toda la costa, desde la torre de Hércules al faro de Mera, se concentran inmuebles que van del millón de euros hacia arriba. «Esto es una bicoca. Tiene una de las fincas más grandes de la zona y su estado es impecable», dice alguien que reside muy cerca.

La mansión pertenece a una entidad financiera y está a la venta en varios portales inmobiliarios. Aparte de mostrar hasta 47 fotos del interior y del jardín de 1.184 metros cuadrados con piscina, se ofrece con estas características: «Distribuido en planta baja con salón, comedor, cocina amueblada, 1 despacho, 1 dormitorio y 2 baños; bajo cubierta con sala de estar, 3 dormitorios (2 de ellos con vestidor), 4 baños y trastero; planta sótano distribuida en comedor, 1 dormitorio, 1 baño, zona de lavandería, sala de calderas, almacén, despensa y garaje para 2 vehículos».

Aparte de su espléndido aspecto, por dentro y por fuera, «estaba en un oasis de tranquilidad hasta que aparecieron estos», dice uno de los vecinos. 

Intento de desalojo

Nadie sabe en la zona el día en que entraron para quedarse. Solo que, de pronto, esa mansión apareció con una familia con varios niños. Y desde entonces, nadie los ha podido echar. Hubo gente que llamó a la policía y acudieron varios agentes. Pero se encontraron con la puerta cerrada. La de forja y la de la Justicia, que impide desahuciar a familias con menores. Según la ley, la policía puede desalojar sin orden judicial una vivienda okupada ilegalmente, siempre que lo haga dentro de las primeras 48 horas del allanamiento. A partir de esos dos días, se necesita una orden judicial, «y entonces, todo entra en un complicado proceso que puede tardar años. De ahí que los okupas traten de probar a la policía que llevan allí un tiempo. En este caso, como no había testigos de la jornada en la que entraron, solo sirvieron sus testimonios.

Este viernes, La Voz llamó a la puerta. Y tuvo la misma respuesta que los agentes municipales: «Váyase de aquí».

Por lo que cuentan los vecinos, se trata de un matrimonio «con tres o cinco niños, que tendrán entre 5 y 12 años, y que siempre están jugando en la puerta de la casa». Apenas salen. Cuentan con más de mil metros de jardín; si bien la piscina está sin agua y las malas hierbas se fueron apoderando del terreno. Y el coche del okupa, fuera, siempre frente a la puerta.

El 092 acudió dos veces a proteger a los operarios que fueron a cortar el suministro de agua

Aparte de un techo estilo inglés, con torreones, la casa cuenta con los suministros básicos. Agua y luz. Así es como la dejó el banco, propietario del inmueble, cuando la puso a la venta con la intención de que el que pagara por ella pudiese entrar de un día para otro. Pero cuando las inmobiliarias que la tienen en oferta descubrieron que ya no se podía enseñar a nadie porque la mansión estaba okupada, avisaron al banco para iniciar el proceso judicial, toda vez que los agentes que habían acudido no pudieron desalojar a la familia.

Como primera medida, se canceló el pago de los recibos del agua y operarios de Emalcsa acudieron recientemente a la casa para proceder al corte. En un principio no pudieron porque el hombre que la ocupa, supuestamente, los increpó y amenazó. Aquellos llamaron a la policía y a la zona se desplazaron tres coches patrulla para proteger a los trabajadores para que así pudieran cerrar el suministro.

A los pocos días, otras dos patrullas tuvieron que regresar a la zona porque, presuntamente, el hombre intentaba de nuevo engancharse a la red. A día de hoy y ante la falta de respuesta de la familia que la ocupa, no se sabe si cuentan con agua o sin ella.

Con lo que sí cuentan es con electricidad. Los vecinos observan en la noche que las luces están encendidas y «sospechamos que están enganchados a algún poste». De lo que no se quejan los residentes de la zona es de problemas de convivencia. «A veces se escucha la música alta, pero no se meten con nadie. Se pasan el día dentro y nunca salen de ella», cuentan.