«Te lo prometo, Luz...» Y hoy cumplo

Mercedes Boado OBITUARIO

A CORUÑA CIUDAD

Luz Pozo, xunto a un retrato da súa nai, na súa casa da Coruña en abril do 2017
Luz Pozo, xunto a un retrato da súa nai, na súa casa da Coruña en abril do 2017 MARCOS MÍGUEZ

04 may 2020 . Actualizado a las 17:35 h.

Querida Luz. Una tarde feliz y memorable en tu casa de Los Rosales, cuando nos despedimos, antes de darnos el último abrazo, me dijiste: «Prométeme volver pronto para disfrutar de una tarde como la de hoy». «Te lo prometo, Luz, porque yo lo deseo tanto como tú», te contesté. Pero todo se precipitó, y esa tarde no llegó.

Hoy, querida Luz, cumplo mi promesa. Las horas del día se me han quedado cortas releyendo las 856 páginas de Memoria Solar, para terminar ahora mismo, nueve de la noche, llorando con la emoción profunda de Sol de medianoche. Natalia fiel memoria: «Es tu tempo Natalia / es tu victoria / La Rosa de cien pétalos del alma...»

Recuperé paso a paso las etapas de tu vida, desde el primer aliento poético hasta el logro sublime, armonioso, bellísimo de tu obra toda. Y siempre de la mano del amor. Porque el amor es tu fuerza, tu destino, tu pasión. Un amor con muchos rostros, no siempre amigables: presentido primero, y enseguida clandestino y prohibido; amor y dolor unidos; crisis amorosa, desolación, leyes morales coercitivas; amor pleno, compartido, definitivo; valiente y audaz defendiendo el amor sin trabas en Medea en Corinto. Dice bien Olivia Rodríguez: «Toda a vida de Luz está nos seus libros».

Aparentemente fue una tarde como otras muchas en la larga, y jamás mancillada, amistad de cuarenta años. Hablé yo, sabiéndome escuchada. No hay secretos entre las dos.

Y hablaste tú... Y me sentí fascinada y agradecida por tenerte cerca, por aprender de ti lo que es la bondad en estado puro. La bondad sencilla e inocente como la de un niño. Bondad absoluta que ofreciste sin reservas, sin cautelas, aun a aquellos que quisieron herirte. Esa era tu grandeza que transciende e inmortaliza tu poesía. Dios y el destino te premiaron con una vida larga y fecunda. Tuviste tiempo de vivir ese amor que expresas en Ánfora, tu primer poemario: «Un amor íntegro, _confiesas_ platónico, lejano y apasionado que estaba dentro de mí...».

Luz Pozo Garza: Nomen est omen, el nombre es un presagio. En nadie como en ti se cumple más fielmente el adagio latino. Así lo vio, el primero, Gerardo Diego allá en el año 1950 en una crítica de tu primer poemario, que dice así: «No es un sobrenombre poético, simbolista, aunque lo parezca... Y yo me dejé acunar por la belleza del nombre y apellidos».