Luces para alumbrar el camino en el mar hacia el puerto coruñés

Xosé Alfeirán A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Castillo de San Antón, A Coruña
Castillo de San Antón, A Coruña EDUARDO PEREZ

En 1861 se encendió el faro del castillo de San Antón para facilitar la entrada nocturna en la ciudad

20 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar había cambiado. Ya no existían piratas, ni corsarios ni las guerras navales que habían enfrentado a los europeos. Ahora, a partir de la década de 1820, potenciado por la revolución industrial, el tráfico marítimo no dejó de aumentar de año en año. Al mismo tiempo, para facilitar la navegación y señalar los puntos peligrosos, los países más avanzados, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, multiplicaron y perfeccionaron el balizamiento de sus costas y puertos con faros, fanales y boyas. España también se sumó a este proceso, pero con mucho retraso debido a la pobreza de recursos y a la incuria estatal.

El puerto de A Coruña contaba con el faro más antiguo en funcionamiento del mundo: la Torre de Hércules. Terminada su restauración en 1791, su foco luminoso se modificó en 1847 con un nuevo aparato catadióptrico de revolución que producía una luz fija variada por destellos con ciclos de 3 minutos: 107 segundos de luz fija, eclipse de 30 segundos, brillo de 13, eclipse de 30, volviendo a aparecer de nuevo la luz fija. Su alcance era de 12 millas y señalaba, en una costa peligrosa, la existencia de una bahía segura y refugio ante los temporales.

A Pena das Ánimas

Sin embargo nada se avanzó en facilitar la entrada nocturna al puerto coruñés. Todos los derroteros lo advertían, mejor no empeñarse en entrar o salir de noche ya que la fuerza de corrientes y reflujos podían variar y empujar a los buques hacia los bajos y rompientes de la bahía, en especial las peligrosas restingas de O Pedrido y A Pena das Ánimas. También indicaban que no pudiendo hacerlo en el día era preferible situarse a pasar la noche sobre las islas Sisargas o más al oeste, combinado los bordos con los vientos reinantes. Pero con la extensión de los barcos a vapor, sus capitanes no esperaban y entraban o salían y algunos naufragaban.

La primera luz del puerto coruñés se encendió el 15 de mayo de 1861 para evitar dichas restingas. Se instaló en una torre hexagonal de hierro de color verde, con una linterna octogonal blanca, situada en el centro de un pabellón para los torreros también hexagonal y metálico. Estaba ubicada en la terraza este del castillo de San Antón y se trataba del primer faro de este tipo realizado en España (aún se conserva hoy recubierto de piedra de sillería). Su luz, a una altura de 17 metros sobre el nivel del mar, era blanca y fija, alcanzaba las 10 millas y funcionaba con aceite de oliva. Era insuficiente, no evitaba todos los percances y a veces se confundía con las luces de los grandes barcos anclados en la bahía.

Una década más tarde, el 15 de octubre de 1872, para facilitar el atraque y librarse de las rocas del islote del castillo se encendería una nueva luz, en este caso, sideral, fija y roja, que se colocó en una casilla octogonal, de madera, con una columna de hierro en el centro para sostener el aparato óptico, situada en el extremo del muelle de hierro construido enfrente de la plaza de la Aduana.

El 1 de mayo de 1898 se cambiaría su luz a una fija en color verde y la del castillo de San Antón a fija roja. Seguían siendo muy deficientes.