«Tengo más de cien tatuajes en mi cuerpo»

A CORUÑA CIUDAD

UNA IMAGEN IMPACTANTE. Ha perdido la cuenta de los que lleva. Algunos los sigue amando y otros se los ha tapado. Ella elige quién rubrica su piel y cree que es la coruñesa más tatuada. Nunca ha sentido rechazo, al contrario. Le ha beneficiado profesionalmente

18 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínate que tu piel es un lienzo y que quieres que lo pinten los mejores artistas del momento. Así es el cuerpo tatuado de Ann Torrealba, una joven venezolana de apenas 26 años, asentada en A Coruña desde hace quince, y a la que le gustaría que su piel se convirtiera en una auténtica obra de arte. Y va camino de ello. No en vano ya han dejado su huella algunos artistas reconocidos en este mundo: «Tengo tattoos de JP Farias, Daniel Aníbal, también de un japonés que se llama Jun Chihara. Y de Jesús Cuesta, que es un tatuador superconocido en Madrid. Son personas que están muy metidas en el tattoo y son bastante conocidas. Daniel Aníbal, por ejemplo, tiene una revista. Generalmente elijo al tatuador antes que el diseño. Si me gusta lo que hace y su trabajo. Pero tengo también tatuajes por su significado. Lo que llevo en el cuello son las iniciales de mi familia», explica Ann, que no sabe decir exactamente cuántos dibujos tiene sobre su piel: «No tengo ni idea, pero más de cien. De sobra. Solo en las manos ya tengo 20», aclara quien también fabula con la idea de que sus tattoos se revaloricen algún día: «Eso sería lo más. Si en algún momento alguno de estos artistas llega a ser una persona superimportante, tener un tattoo de ellos sería increíble. Siempre lo he pensado, cuando me muera, que se pudiera vender la piel o algo así», comenta con gracia.

LE FALTA LA ESPALDA

Con esta carta de presentación, comenzamos a estudiar algunas de las expresiones artísticas impregnadas con tinta. Las hay en todo su cuello, en la sien, en sus manos, sus brazos, en el escote. También en el vientre y en las piernas. Solo tiene libre la espalda y por una razón muy especial: «Me quiero hacer una pieza muy grande y lleva mucho tiempo, porque quiero encontrar el artista para hacerlo. Pero bueno, ya lo he encontrado. Dentro de poco podré decir que no tengo apenas ni un centímetro para tatuarme. Igual se ve un hueco superpequeño, pero no entraría nada para tatuar», asegura.

Entre los numerosos dibujos sobresale uno en el que aparece el año 2002: «Era por una persona especial que conocí ese año y me lo tatué. He dejado también que algunos amigos me tatúen sus nombres», dice mientras los muestra salteados en su cuerpo. También en su brazo izquierdo se puede ver una extensión bastante grande en negro, y aclara: «Mi primer tatuaje lo tapé con otro en el brazo, porque no estaba bien. También llevo parte del brazo negro porque tengo varios tattoos tapados, me los hice cuando empecé a tatuarme y no estaban muy bien hechos porque me los hizo un amigo. Estaban regular, así que me los fui tapando y me hice un brazo negro, que es un poco raro. Dejé algunos que sí que me gustaban», asegura mientras enseña uno que desearía no llevar. Es un lobo que está sellado en su brazo derecho: «Claramente, no me gusta nada. Me lo hizo una persona a la que ahora mismo no le tengo mucha estima. Y eso que fue un regalo. Preferiría quitármelo, pero ahora aquí está puesto. Y ya lo dejo».

Sé que si voy a pedir trabajo en un súper, no me lo van a dar

Ann comenzó a tatuarse a los 17 años, y desde entonces no ha parado. Además trabaja de mánager en un estudio en A Coruña, Atlántico Tattoo, por lo que se puede decir que vive de ellos: «El primer tatuaje fue como todo el mundo, me apetecía hacérmelo. Luego me fueron gustando mucho. A mi madre no. En Venezuela están muy mal vistos. Tenía esa mentalidad cuando me empecé a tatuar y me decía que no iba a tener un buen trabajo, que a la gente no le iba a gustar, que les iba a dar miedo mi imagen... Pero luego lo fue entendiendo y acabó haciéndose ella alguno. Y mi hermano también. Él es mayor que yo y tampoco tenía tattoos ni nada, pero al final también acabó tatuándose los brazos», reconoce. A pesar de la gran cantidad de dibujos que lleva encima, dice que no se ha gastado demasiado dinero en ellos porque «al trabajar en un estudio es muy fácil tatuarse sin gastar muchísimo».

MILES DE EUROS EN TINTA

Calcula que habrá invertido unos 3.000 euros, aunque para la cantidad de tatuajes que tiene, «debería haber gastado 20.000 euros o más». Pero ella siempre ha sido consciente de que tener tantos tatuajes la limitaría de alguna forma: «Nunca quise tener un trabajo convencional. Cuando me empecé a tatuar sabía que era muy difícil trabajar en algo común. Sé que si voy a pedir trabajo a un supermercado no me lo van a dar. Sé lo que implica tener tantos tattoos, pero tampoco me importa mucho. No es que sea irresponsable, sino que siempre tuve muy claro lo que quería», afirma quien también es DJ: «Para lo que hago, me viene bien la imagen que tengo. Tanto en el estudio como para ser DJ no necesito tener una imagen común, al contrario. También creo que la mayoría de las cosas que me salen de DJ me vienen por la imagen».

Rosalía y yo nos hemos dado algún «like» en Instagram

Lo cierto es que nunca ha sentido rechazo por el hecho de enseñar su piel: «O igual no me lo han dicho», pero sí curiosidad o preguntas fuera de lugar: «La gente mayor se me queda mirando y me preguntan si no se me van a borrar o por qué si soy tan mona me he tatuado», aclara Ann, que también lleva las uñas kilométricas, al más puro estilo de Rosalía, aunque puntualiza que IBI Queen, una conocida cantante de reguetón, ya las llevaba así antes que la española: «Pues la verdad es que cuando Rosalía empezó a despuntar, me comentaba en Instagram. Alguna vez nos hemos dado algún like». ¿Cómo te quedas?