¿Para qué va estudiar a una niña?
La catedrática evocaba que su «madre se encontró con que tenía mucha más libertad allí que en la Galicia de los años setenta, mucha más. Mi hermano y yo cursamos los estudios secundarios y superiores y allí quedé porque tenían becas muy buenas que me permitieron ir a la universidad. Aquí no tendría la posibilidad de hacer estudios universitarios, especialmente con unos padres que no creían que fueran necesarios: ¿Para qué vas a poner a estudiar a una niña? A mi hermano sí, pero a mí ya querían sacarme del colegio a los 15 años y yo quería estudiar». Y lo hizo hasta doctorarse: «A mí me gustaba la historia del siglo XV al XVII, las relaciones internacionales y la diplomacia». Acabados los estudios «empecé a trabajar en una universidad en Escocia. Luego estuve en el norte de Inglaterra y en 1985 pasé a la London School, que es la mejor, especialmente para historia internacional, que era lo mío».
Pocos años después, cuando se cumplían los 400 de la Gran Armada, el Museo Marítimo Nacional, que está en Greenwich (Londres), decidió hacer una exposición y «pidieron consejo para saber quién les podía asesorar. Los historiadores que estudiamos el arte y la guerra a la vez somos muy pocos». Por ello, «cada dos por tres les salía el mismo nombre: el mío».