La Navidad vuelve a María Pita

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La proyección de un vídeo sobre el Ayuntamiento devuelve la plaza al espacio central del alumbrado festivo

30 nov 2019 . Actualizado a las 10:34 h.

Ya es Navidad. Lo escenificaron este viernes el comercio, las calles y las miles de personas que bajaron al centro para acompañar el ritual del alumbrado. Faltaron aquellos pollos asados que iluminaron la Ciudad Vieja hace un par de años y que tantos elogios recibieron de los nostálgicos de Carpanta y Berlanga. Y que este año, además, pondrían el contrapunto perfecto al pavo de Acción de Gracias que en Estados Unidos marca la cuenta atrás para el consumista y ya casi planetario Black Friday. A cambio, en lugar del pollo castizo y la botella de sidra, la ceremonia de las luces recuperó otro clásico genuino y local, la mirada emocionada de una niña por los escaparates espléndidos de las tiendas de barrio en una era anterior a los cacharros tecnológicos, los centros comerciales y los viernes negros importados de América.

La fachada del ayuntamiento recreó el paseo de la pequeña Sabela. Ya no fue la colosal bola de luz de la Marina, también conocida como Estrella de la Muerte, la protagonista del acto oficial de encendido. La esfera, que este año ganó dos metros de diámetro y adornos de colores, recibió igualmente a sus fieles, la mayoría familias con niños embobados por la magia rutilante del interior de la estructura. Pero la multitud se dirigió a María Pita, recuperada por el nuevo gobierno local como espacio central de las fiestas.

Entre que era viernes, que por vez primera desde hace un mes no cayó una gota de agua y que la alcaldesa, Inés Rey, anunció una proyección animada que nunca se había visto sobre la fachada del edificio municipal, miles de personas se concentraron para ver el espectáculo. El cuento, que vinculó el origen de las luces navideñas a los sueños de los niños, evocó el tiempo en que un tramo pequeño de cualquier calle podía cobijar una librería, una pastelería, una tienda de adornos y una juguetería donde los niños eran llamados por su nombre. Como Sabela o como Iago, el pequeño de 3 años que hizo el dibujo escogido al azar por la alcaldesa y que toda la vida recordará —o se lo recordarán— que fue él quien pulsó el botón del encendido del alumbrado navideño del 2019. Que en ese instante las luces no acabasen de prender, y en el resto de la ciudad ya brillasen, fue lo de menos. o describió muy bien Maribel, que acompañó a su madre, casi anciana, a la ceremonia: «Parecía que no pasaba nada, pero cuando ya nos íbamos miramos para atrás y allí estaba, sí, todo iluminado».