Kayoko ya es coruñesa

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Los espectadores se quedaron prendados de la bailarina que dio vida a la protagonista del montaje de Johan Inger

28 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los afortunados que el pasado fin de semana pudieron disfrutar del espectáculo que ofreció la Compañía Nacional de Danza en el Palacio de la Ópera se quedaron prendados de esa Carmen protagonista. Una Carmen que representa a una mujer fuerte y libre que consiguió poner en pie a un público entregado a todo el elenco, pero en especial a la primera bailarina de la coreografía de Johan Inger, Kayoko Everhart.

En ese aplauso final, que duró más de cinco minutos, los coruñeses sonreían cómplices, asintiendo orgullosos, como diciendo: «Esta es nuestra artista». Porque Kayoko ya es coruñesa, «Kayoko xa é nosa», y eso se notó también en los corrillos de la salida del teatro en el que todo el mundo reivindicaba esa maravillosa actuación de la nuera de Manolo Rivas. La pareja de Martiño Rivas y la madre de su hija.

Así que ya se imaginarán que ninguno de los coruñeses que estaban viendo el magnífico espectáculo de Carmen dejaron pasar por alto información tan jugosa cuando, además, necesitamos a personas como Kayoko para nuestro club. Y como los coruñeses somos así de abiertos y de curiosos, y no perdemos ocasión de ficharnos de arriba abajo, en el descanso de la actuación era imposible dejar de escuchar todas las alabanzas a «nuestra bailarina». «Maravillosa», «elegantísima», «increíble», «expresiva», «delicada», «genial», «fantástica»... Fueron tantos los adjetivos -en este caso calificativos- que recibió Kayoko que seguro que alguno tuvo que llegar a sus oídos. Es imposible que no le haya llegado tan buena vibración a una mujer que bailó una Carmen inmensa guiada por el corazón. Una cualidad que la primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza siempre ha destacado en sus espectáculos, porque lejos de sumar pasos de baile y técnica pura, ella se apresa (y nos apresa) de emoción.

Kayoko Everhart nació en Japón, país del que es originaria su madre, y de ella (que también fue bailarina) heredó esa pasión en una casa en la que siempre ha habido trajes de ballet, zapatillas y música. Kayoko se crio en Estados Unidos, de donde es originario su padre, y desde que era una niña está dedicada a este oficio que la ha llevado a lo más alto. Hace 15 años que entró en la Compañía Nacional de Danza, y aunque fue madre de un bebé hace menos de un año, Kayoko ha regresado a los escenarios que tanto echaba de menos. «En este parón -declaró en alguna entrevista- me he dado cuenta de lo afortunados que somos de vivir de esta profesión».

A Kayoko todavía no nos la hemos cruzado mucho por el Cantón, pero formando parte de esa familia tan querida en esta ciudad, estoy segura de que ya le habrán puesto al día de que aquí lo primero es ese saludo coruñés de reconocimiento. Kayoko ya tiene el nuestro.