Ana Señarís Rodríguez: «Ya no quedan hombres como el mío»

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Atiende la sala del restaurante Terreo, en San Andrés, que abrió hace año y medio con su pareja, el cocinero Quique Vázquez Lameiro

19 nov 2019 . Actualizado a las 10:06 h.

Son las seis de la tarde. Charlamos en una de las mesas del restaurante Terreo, de San Andrés. «Abrimos hace casi año y medio. Excepto los tres primeros meses, que fueron duros, el resto siempre estuvimos llenos. La media de espera para un viernes o un sábado es de tres semanas, y lo que queda de año lo tenemos completo. Ya estamos con reservas para enero y febrero», comenta Ana Señarís Rodríguez. Ella se encarga de la sala y de la sonrisa, y su pareja, Quique Vázquez Lameiro, de una cocina seria y en constante evolución. Decido quedar con ella porque en la mayoría de comentarios de portales como TripAdvisor hablan de Ana y de su buen hacer. «Pero el secreto de Terreo no soy yo, es Quique. Es cierto que siempre me nombran, pero es porque comieron bien. Si la comida no te gusta, por muy bien que te atiendan…», analiza. Siguen encabezando el ránking de mejores restaurantes de la ciudad, pero hace unos días una persona les dio un buen zasca. Los puntuó con un pésimo. Esa persona había comido aquí y quiso repetir. Dijo que estuvo llamando y que no le cogimos. Puede ser, porque es una locura, el teléfono no para de sonar. Se presentó por la puerta y, como no había sitio, hizo esa crítica. Mandamos un escrito a TripAdvisor», asegura. Quique nos trae los cafés y un postre con una pinta impresionante. «Los dulces también los hace él», destaca. 

Enfermera frustrada

No para de hablar. Una y otra vez intento centrar la charla porque ella salta de un tema a otro con gran facilidad. «Es cierto, hablo mucho, y, con una copita de vino encima, más», asegura sonriente. No para de hablar ni de sonreír. «No me llevo mal con nadie. Toda la vida fui risueña y besucona. Y mi risa es contagiosa. En casa soy la chistosa. Soy muy cariñosa. Valoro más un abrazo que 500 euros. Yo no quiero que mi marido me regale nada, quiero que me quiera. Mi tiempo libro lo empleo en mis amigos», sentencia con el corazón en la mano.

De pequeña quería ser policía, pero finalmente estudió enfermería y hasta trabajó en el 061. Dice que le enternece la gente enferma. Se metió en el sector de la hostelería para ayudar al que era su pareja y padre de su hijo de 9 años. Y después conoció a Quique. «Es el hombre que cualquier mujer querría. A mí siempre me atrajeron más los canallas, hasta que apareció él. Te ayuda en todo, es una pasada. Ya no quedan hombres como el mío», afirma. 

Al lado del mar

Confiesa que, a veces, cuando está sola en el restaurante, sube el volumen del hilo musical. «Me encanta la música. Escucho de todo menos el rock, que no me relaja. Cuando tengo que pensar me pongo a ver el mar, es algo que me reconforta. Me gustaría retirarme y vivir en el sur, pero siempre al lado del mar. Llevo 16 años en A Coruña y me encanta, pero me hace falta algo más de calor», relata.

Me encuentro a gusto charlando con Ana. Es una mujer que no esconde nada. «Cuando este era el restaurante de Luis Veira vine a cenar con Quique y me pidió para salir aquí porque ya llevábamos un tiempo viéndonos. Quién me iba a decir que acabaríamos montando un negocio juntos en este mismo sitio», confiesa con esa sonrisa que lleva cocinada en el rostro.

«El arroz, y en particular de pescado, es lo que más pide la gente. Sí o sí. También funcionan muy bien los crudos marinados y los ahumados», resume. A pesar de que todo el mundo habla bien de ellos, tiene claro que «somos sencillos y no se nos subió el éxito a la cabeza. Este es un proyecto para vivir muchos años y siempre estamos intentando mejorar en todo lo que podemos», destaca. Dice que en casa cocina Quique. «Yo sé hacer lo básico. Si por mí fuera iría a comer todos los días fuera, pero él es más feliz en casa practicando platos nuevos», comenta. «Es la primera vez que me entrevistan, espero haberlo hecho bien», dice. Una fenómena.