La duna de Riazor se levantó por primera vez en febrero de 1995

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

La duna del Orzán-Riazor en el año 2001.
La duna del Orzán-Riazor en el año 2001. No disponible

Fue la respuesta de Costas al violento temporal que se llevó cien metros de paseo marítimo en 1994

14 nov 2019 . Actualizado a las 11:55 h.

Un cuarto de siglo cumplirá en febrero del año que viene la duna artificial de Riazor-Orzán. El 31 de marzo de 1994, un violento temporal se llevó cien metros de la balaustrada de piedra del paseo marítimo, al tiempo que se perdían tres vidas en Baldaio, Valdoviño y Ribadeo. Los daños únicamente materiales de A Coruña se produjeron a pesar del aporte de arena que se había realizado en la playa, aunque todavía no existía la duna como tal.

Esta fue precisamente la solución adoptada por la Demarcación de Costas al año siguiente para tratar de evitar destrozos como el de 1994. El viernes 17 de febrero de 1995 comenzaban los trabajos en Riazor y el Orzán para levantar dunas artificiales entre la calle Sol y el Playa Club con la intención de proteger a los viandantes y el propio paseo marítimo. El día anterior, el agua y la arena habían llegado hasta la calzada a causa del oleaje y se temía lo peor.

La duna funcionó bien aquel día e impidió males mayores todo ese invierno, lo que animó a la Demarcación de Costas a repetir la experiencia al año siguiente. Sin embargo -y esto ha sido una constante a lo largo de los años-, la pantalla de arena es insuficiente cuando la fuerza del mar resulta explosiva.

Así sucedió el 21 de enero de 1996. Ya con duna protectora en la playa, nada pudo impedir que el océano embravecido se llevase por delante otros 15 metros de balaustrada en la zona del Hotel Riazor. Ahí empezaron las dudas que desde entonces marcarían este cuarto de siglo de dunas, con una clara división entre quienes consideran que la solución es buena porque evita desperfectos más serios y quienes plantean la necesidad de otras alternativas.

En aquel mes de enero de 1996, después del nuevo desastre, Costas y el Ayuntamiento emprendieron la búsqueda de esas alternativas. Entre las propuestas, ampliar las playas para que el volumen de arena fuese todavía mayor y amparase más, y la creación de una escollera en la propia ensenada que jamás se ejecutaría.

En cualquier caso, el temporal de 1996 tuvo un efecto disuasorio en la siguiente temporada otoño-invierno, y el 21 de noviembre de ese año la Demarcación de Costas anunciaba en Radio Voz que en invierno no se instalarían dunas protectoras en Riazor y el Orzán, fiándolo todo al mantenimiento previo de las playas. Según los responsables de Costas, el paseo se inundaba después de que las mareas amontonase la arena junto al malecón, lo que hacía funcionar la playa como un trampolín. Así, confiaban en que el cuidado permanente de la playa hiciese que las olas alcanzasen el paseo marítimo con una energía muy limitada.

Tampoco resultó, así que no tardó en regresar la duna a las playas, hasta convertirse en un compañero habitual de paseo de numerosos coruñeses. Pero entonces, la cuestión de la duna giró hacia un nuevo enfoque. En octubre del año 2000, La Voz de Galicia recogía las quejas de numerosos ciudadanos a los que la duna impedía contemplar el mar desde el paseo. Eso generó un nuevo debate, sepultado al final por el enésimo temporal que devolvió la pantalla de arena al Orzán.

Precedentes desde 1904

La hemeroteca de La Voz de Galicia recoge desde sus orígenes los devastadores efectos de los temporales en el Orzán. En febrero de 1904 tuvo lugar el primer vestigio borrascoso del siglo XX. La ciudad se vio inmersa en una violenta galerna que duró varios días y trajo en jaque a los técnicos municipales. Las olas arrancaron de cuajo 15 enormes sillares de granito de los muros del rompeolas del Orzán, que era entonces aún el resto del baluarte de la antigua muralla de la Pescadería. Su culminación en ángulo recto facilitaba la erosión, por lo que pronto sería resuelto de otra manera, dándole una inclinación más suave, que es la que conserva hoy en día.

El Orzán irrumpe en la ciudad, titulaba La Voz de Galicia el 21 de enero de 1965, cuando daba cuenta de otra de las borrascas más violentas que se recuerdan. El agua llegó por la plaza de Pontevedra hasta Juana de Vega, barrió varios vehículos en Riazor y abrió agujeros en algunos inmuebles, como el Refugio de la Caridad, en San Roque.