El último Da Silva de la Diputación

Pablo Portabales
pablo portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

cedida

Aurelio Da Silva, que se jubila en unos días, empezó a trabajar en la Diputación, como ordenanza en 1978, al igual que hicieron a lo largo del siglo pasado su padres, sus tíos o su hermano

12 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La próxima semana, la Diputación Provincial se queda sin Da Silva. Aurelio Da Silva Calvelo, de 65 años, se jubila tras más de cuatro decenios de trabajo. Empezó como ordenanza en 1978 y prestó servicio hasta a ocho presidentes del organismo provincial. Ahora era jefe de servicios internos, que suena a FBI, pero en realidad es jefe de subalternos. Con motivo de su adiós, los compañeros organizaron una fiesta en la Hípica. «Yo quería marcharme sin decir nada, como hizo mi hermano, pero...», comenta con buen humor el último Da Silva de la Diputación. El primero fue Jacinto. Era un gran mecanógrafo y trabajaba en intervención. Eran los años cuarenta y al igual que sus dos hermanos, Paco y Tomás, salieron del antiguo hospicio con una plaza en la institución. Paco, por ejemplo, era un manitas, y su plaza era de lavacoches y engrasador, pero hacía de todo. «Arreglaba radios y hasta ponía inyecciones a artistas que venían al Rosalía. Conservo un recuerdo de Rafaela Aparicio, que lo quería mucho», comenta Aurelio. Su tío Jacinto era capataz de enfermeros en el Hospital Provincial de Santiago, también dependiente de la Diputación. «Yo estuve destinado bastante tiempo en Vías y Obras con López Menéndez», relata este hombre al que, en casi 42 años, le dio tiempo a hacer de todo. Bueno, en realidad no se puede entender la Diputación sin la familia Da Silva. «Los hubo toda la vida», destaca. Antes eran ordenanzas o conserjes, pero cambiaron de denominación. Hubo distintos presidentes. Se pasó de lo analógico a lo digital... Pero siempre con un Da Silva. Al último lo podrán ver a partir de ahora paseando en moto. «Tengo dos Vespas del 64 que son unas joyas», asegura con buen humor.