El Kanka: «Mis canciones nacen para intentar superar mi neurosis lo mejor posible»

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PARRA - EUROPA PRESS

El cantautor presenta este fin de semana en A Coruña «El arte de saltar», un disco en el que mira la cotidianidad con una pizca de poesía, sentido lúdico y su particular sensibilidad

18 oct 2019 . Actualizado a las 23:32 h.

En el año 2016, El Kanka tocaba en A Coruña en la sala Mardi Gras, con un aforo para 200 personas aproximadamente. La llenó. En el 2018, el escenario elegido era el Playa Club, que triplicaba el espacio. También lleno. Ahora llega a Pelícano ( sábado 19, 22.30 horas 23 euros), un espacio en el que puedan caber hasta 3.000 personas y que aspira a llenar también. ¿Ha salido ya el artista definitivamente del underground? «Bueno, si lo quieres decir así, sí», se ríe.

 -¿Qué ha cambiado?

-El concepto sigue siendo alternativo. Nosotros no tenemos discográfica, ni tenemos nada. Pero a cuanta más gentes lleguemos mejor. Parece que, a nivel números, somos un proyecto alternativo que nos ha venido muy bien o uno mainstream al que le va regularcillo.

-En A Coruña tenemos el Coliseo, donde caben 8.500. ¿Le veremos ahí en el 2020?

-Supongo que no, que a nosotros nos gusta ir despacito. Si corres mucho, te puedes caer.

-Es un autor de canción en el sentido más sencillo posible. ¿Se ve reflejado?

-Absolutamente. Y cada vez más. Cuando empecé a componer canciones, que se quedaron perdidas, e incluso en el primer disco las canciones eran un poco más enrevesadas de lo que son ahora. Mi evolución es esa: cada vez más sencillo. No llego a ser naíf, pero sí que en el proceso de hacer una canción tiendo más a ir podando y quitar elementos antes que añadir elementos para demostrar de lo que soy capaz. Ahora quiero decir las cuatro cosas que quiero decir, no deslumbrar con el juego de palabras o la metáfora. Eso creo que lo da la madurez.

-¿Su trabajo es tratar la cotidianidad con un toque de poesía?

-Sí. En general, los cantautores tendemos a la poesía. No digo que yo haga poesía, porque lo mío es hacer canciones. Pero estas canciones tienen una intención y un compromiso poético mínimo. El tipo de letras que me gusta es en las que la poesía me lleve a lugares en los que no he estado, pero que lo haga con un grado de sofisticación mínimo. No me gusta tanto cuando la canción es demasiado pomposa y sofisticada.

-En esa poesía poco sofisticada llega a frases como «Estoy contigo por tu olor, no por tu perfume». ¿Cuando llega ahí siente que lo ha clavado?

-[Risas] Esa canción, Por tu olor, nació al revés de lo habitual. Normalmente tengo claro de lo que quiero hablar, pero no siempre tengo tan clara una frase. Aquí no, esta canción nace de frase. Cuando encuentro una frase que puede ser cotidiana pero, al tiempo, no se encuentra en el imaginario popular me encanta.

-Esa canción la hace con Jorge Drexler, una gran referencia.

-Sí, claro. Jorge Drexler probablemente sea mi principal influencia. Me gustan muchas cosas, pero más allá de la música, la carrera que lleva él, como ha ido pasito a pasito, reinventándose sin perder su raíz, me parece envidiable. Yo tenía muchas ganas de hacer una colaboración con él, pero no forzarla. Quería que tuviera sentido, que la canción me llevase a él. En ese caso fue así completamente.

-¿Cómo surge?

-Entonces yo estaba escuchando mucha música brasileña, cosas de João Gilberto y Caetano Veloso. Me dio por hacer una especie de bossa. Que no es bossa ni es nada, que yo soy de Málaga y se me va.

-¿Una «bossa» rumbera?

-Sí una especie así [risas]. Cuando la terminé, me daba una reminiscencia a Drexler total. Ahí fue cuando dije: «Quiero que la cante él». Se la mandé y supongo que él vería algo porque aceptó súper rápido. Fue una maravilla.

-Al igual que Drexler, usted juega con esa poesía de lo cotidiano, pero también con la diversión. ¿El componente lúdico de su música no se opone a la solemnidad del cantautor tradicional?

-Eso está cambiando en el pensamiento general, lo de asociar a los cantautores con esa cosa solemne. Ojo, no quiero caer en eso de «nosotros molamos y lo de atrás ya no mola». He sido seguidor de cantautores de corte clásico, como Silvio Rodríguez, Aute o Pablo Milanés, y me gustan mucho. Lo que no me gusta es que se piense que todos los cantautores tengan que ser como Silvio Rodríguez. Juan Luis Guerra también es un cantautor y su música es absolutamente bailable. Hay cantautores más solemnes y con las letras duras y otros más ligeros.

-En cualquier caso, temas como «Demasiada pasión» bien podrían servir para hablar de temas duros como el Procés.

-Muchas veces me preguntan si tiene que ver, pero no tiene nada que ver con ello.

-No le digo que hable de eso, sino que vale para hablar de eso, igual que de muchos otros conflictos.

-Claro. Yo hablaba ahí de las ideologías y el fundamentalismo. Está en esto y en todo. Cada vez más. Veo a la gente con una facilidad para ofenderse en cuanto otro opina lo contrario tremenda. También para llegar a acuerdos, ser flexible y ser abiertos pensando. Lo veo en todas partes.

-En esa canción dice que «es de idiotas ser de Kas naranja o Kas limón», ¿Duda cuando mete esos versos? Habrá quien piense que es una banalidad.

-Unas frases van del tirón y a otras le doy muchas vueltas. Si tuviera que decir una diría que suele ser más espontáneo.

-Y una vez que lo ve ahí, ¿no le entra la sensación de que habrá quien lo ridiculice por ello, como ocurría con la «sonrisa de Signal» de Mecano?

-[Risas] Creo que es algo que llega con el tiempo. Yo hago psicoanálisis y me he conocido mucho con ello. Soy un neurótico de libro y he aprendido a no pensar tanto las cosas. Siempre he sido muy cerebral, de pensar todo muchísimo. Y se trata de dejar eso a un lado y llevarme por lo más emocional. La música me ayuda. Mis canciones nacen para intentar superar mi neurosis lo mejor posible.

-¿La música es terapéutica?

-Totalmente. A mí me salvó la vida. Y constantemente me llegan mensajes de la gente que me dice que una canción mía le sirvió en su vida, que le da ánimo o le comprende. Eso es magia pura.