Asha Ismail: «He conseguido perdonar a mi madre»

R. D. SEOANE A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Asha Ismail
Asha Ismail MARCOS MÍGUEZ

Víctima de una ablación cuando tenía 5 años, preside la oenegé Save a girl, save a generation. Este sábado será homenajeada por Tierra de Hombres por su defensa de la infancia

11 oct 2019 . Actualizado a las 10:31 h.

Su nombre, Asha, significa esperanza. Y realmente lo fue no solo para su hija Hayat (vida), la primera mujer de su familia que se salvó de ser mutilada genitalmente. Asha Ismail (Garissa-Kenia,1968) lo fue a los 5 años y aquella amputación marcó el resto de sus días. Es la voz y el rostro de Save a girl, save a generation (Salva una niña, salva una generación), la oenegé que fundó en el 2007 para luchar contrar una práctica que castra el deseo y controla, a través de su sexualidad, la vida de 200 millones de mujeres. Visita A Coruña invitada por Tierra de Hombres, que este sábado (20.00 horas, Teatro Colón) la homenajeará en su gala de aniversario por compartir el principio fundacional de defender los derechos de la infancia. La de las niñas también. 

-¿Todavía recuerda aquel día?

-Recuerdo el dolor, el dolor sobre todo.. [Le practicaron sin anestesia una infibulación, la más drástica de las ablaciones: le extirparon el clítoris, le cortaron los labios mayores y menores y le cosieron la vagina. La tuvieron dos semanas atada desde la cintura a los pies para que no se le despegase]. 

-¿Ha logrado entender que su propia madre la sometiese a la ablación o ha sido con el paso del tiempo y el contacto con otros modos de vida?

-Lo rechacé al momento… y no había salido de África. Pero fue con el nacimiento de mi hija que empezó mi lucha. No podía dejar que ella pasase por lo mismo. Después de todo el horror, tenía que protegerla

-Eso fue después de un matrimonio concertado. 

-El matrimonio concertado en edad infantil existe. Y cuanto más pobre es la zona donde viven, o si es zona de guerra, peor. Las familias ven como una solución casar a la  hija para que ella pueda tener una vida y aportarles dinero.La mayoría de los casos, con hombres mucho mayores. Yo no conocía al que iba a ser mi marido. Es una historia larga. Fue horrible. En la noche de bodas había una señora preparada con una cuchilla. Fue una de esos momentos clave, que me marcaron y me fueron cambiando la mentalidad. Ese fue uno. Pude salir de ese matrimonio. No fue para nada fácil, nadie lo entendía. 

-La mujer no podía decidir.

-Lo dejé yo. Desde el minuto uno lo sabía, pero tuve que seguir un tiempo porque me quedé enseguida embarazada. Cuando nació mi hija, en Somalia, viajé a Kenia con la intención de despedirme de mis padres, volver a recogerla y salir hacia Europa. Pero las cosas no salieron como yo pensaba. Estalló la guerra y mi niña estaba en Somalia. Pude recuperarla meses después y desde entonces ya no nos hemos separado. Tiempo después empecé a trabajar con Cruz Roja Internacional primero y más tarde con Médicos sin Fronteras, donde conocí al que hoy es mi marido, que es español. Por eso me vine hace 18 años a Madrid.  

-¿Cómo empezó su activismo?

-Nunca, hasta que nació mi hija, había hablado del tema con nadie. Nunca. Ni siquiera con mi hermana. No hablamos hasta que las dos fuimos madres. Era un tema tabú…Ahí empezó. 

-¿No encontró oposición?

-Al principio dentro de la familia me encontré de todo, rechazo y apoyo. Apoyo de todas las mujeres de la familia, hermana, primas… apoyo total, de todas. Pero también hubo críticas. Culpaban a mis padres por habernos llevado a estudiar. Yo no llegué a la universidad, solo a la universidad de la vida, pero sí al bachiller. En aquella época las niñas allí no hacían ni primaria. Ahora sí, ya hay más niñas estudiando.

-¿Y su madre? ¿La ha perdonado?

-He conseguido perdonar a mi madre. Sí, porque al fin y al cabo ninguna madre quiere hacer daño a su hijo. Ella estaba cumpliendo con su supuesto deber, para que yo no fuese rechazada y consiguiese un matrimonio bueno… porque la misión de la mujer era casarse y tener hijos. 

-¿Y a su padre?

-Falleció en el 2014. Pero fíjate, nunca fui capaz de hablar de la mutilación con él, ¡y  teníamos muy buena relación! Tampoco se podía hablar, era tan tabú... Me atreví a hablarlo con mi madre, que ahora mismo es una activista más en su pequeño mundo. Que una mujer de 80 años lo reconozca...Nunca me ha pedido perdón directamente, lo ha hecho a su manera. Considero que lo hace cada vez que la escucho hablar con otras señoras y les dice ‘lo que hicimos estuvo mal y no se debe hacer’. Eso es mejor que un ‘hija, lo siento’

-¿Cómo se supera?

- Nunca se supera, aprendes a vivir. Las heridas se curan, quedan cicatrices, vas pasando páginas, pero mentalmente... la parte psicológica está ahí, no olvidas. Te sigues cuestionando, te sigues preguntando ¿por qué? ¿por qué a mí? ¿por haber nacido en una etnia y un lugar concreto?

 -¿La educación es la solución? 

-Efectivamente. Y no solamente estudiar para aprender a leer y escribir. Se necesita un tipo de educación para cambiar esta norma social y que se conviertan ellas mismas en agentes de cambio. Es un trabajo lento, no existen soluciones milagrosas. En nuestra oenegé queremos empezar ahora con una casa de acogida en Kenia para niñas de diferentes condados donde existe la ablación, el matrimonio forzado, niñas de zonas con pobreza extrema, porque la pobreza extrema te obliga a  hacer ciertas cosas. Tienen que saber que pueden ser dueñas de su vida y que pueden cambiar su comunidad. Desde el 2016 se dice que hay 200 millones de mujeres mutiladas vivas, pero no se ha hecho recuento de las que murieron por la ablación. 

-¿Qué me dice de la falsa justificación religiosa?

-Ya se ha demostrado que no tiene nada que ver con la religión. La ablación nunca apareció en el Corán, la practican musulmanes y cristianos, depende de la zona en la que se viva y la influencia. Existía 2.000 años antes de Cristo. Las religiones llegaron y no intentaron cambiar esa situación.

-Todavía persiste. 

-En muchos sitios. Incluso aunque esté prohibida. Y no solo en África. En la antigua Inglaterra extirpaban el clítoris a las mujeres porque decían que curaba la histeria. Y existe en Asia, sobre todo en la India, y también en América... En Colombia todavía en el 2007 se dio en una población indígena. Ni España ni Europa es ajena a este problema. 

-¿Qué siente cuando se habla de razones culturales? 

-¿Cultura? Para nada es cultural. No es nada cultural. Las culturas son bonitas. Hay que rescatarlas y promoverlas, es importante tener una identidad. Pero la mutilación no lo es. Ha sido una manera que ha tenido el hombre para controlar la sexualidad de la mujer.

-Que la información llegue más rápido y a todas partes, la globalización, ¿ayuda?

-Ayuda muchísimo que existan redes sociales, Internet… Todos los jóvenes del mundo conocen Twitter, Imstagram, Facebook... El conocimiento que existe ahora sobre la mutilación no se tenía hace solo diez años. Hay muchas mujeres implicadas,a mí me sorprende cada día la reacción de las jóvenes.

Asha Ismail, presidenta de Save a girl, save a generation, con representantes y voluntarios de Tierra de Hombres
Asha Ismail, presidenta de Save a girl, save a generation, con representantes y voluntarios de Tierra de Hombres MARCOS MÍGUEZ