¿Asesinato o suicidio asistido?

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MIGUEZ

La defensa del acusado de matar a la mujer en la calle de la Estrella dice que la «ayudó a irse»

02 sep 2019 . Actualizado a las 14:11 h.

Ramón Saiz González dice que ayudó a morir a su pareja porque su vida era un infierno. Solo su abogado, Ramón Sierra, le cree. Nadie más. Tanto la Fiscalía como la familia, que dejaron en manos del penalista Jorge Vila la acusación particular, insisten en que no fue así, sino que le imputan un delito de asesinato. Es más, los allegados de la fallecida exigen que el acusado sea castigado con la pena de prisión permanente revisable. La defensa ha solicitado el sobreseimiento y archivo de la causa o, subsidiariamente, para el caso de que ello no fuere concedido, que se juzgue al acusado por la comisión de un delito auxilio al suicidio el cual, a diferencia del asesinato, no resulta competencia del Tribunal del Jurado.

El coruñés Ramón Saiz González dijo desde el primer momento que no mató a su mujer, sino que la ayudó a morir. El 18 de julio del año pasado aseguró haber hecho exactamente lo mismo que aquel madrileño que en aquellas fechas le proporcionó a su esposa un cóctel tóxico porque ella se lo había pedido. Lo dice su abogado, el penalista Ramón Sierra, que no entiende como su cliente lleva más de un año en la cárcel a espera de juicio mientras que en el caso de aquel hombre no llegó a pisar la cárcel. Porque a Ramón no le creyeron. Ni la policía ni el fiscal aceptaron la versión de un hombre que desde el primer día defendió su inocencia. Explicó que su esposa arrastraba una profunda depresión que la llevó a intentar quitarse la vida una semana antes de su muerte. Que incluso le grabó un vídeo en el que ella rogaba que la ayudasen a morir y se despedía de este mundo; si bien los investigadores no han sido capaces de entenderla porque sus palabras eran ininteligibles.

Hay detalles que para las acusaciones no casan con un suicidio asistido. No ya porque el acusado acabase con su pareja degollándola tras darle varias pastillas, sino porque días antes se preocupó de airear a todo el que se acercase que su esposa tenía cáncer terminal, cosa que no era cierta. También se negó a que la internasen en el sanatorio de Oza después del intento de suicidio, asumiendo él su cuidado.

Por estas razones, la acusación particular lo considera autor de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento a víctima especialmente vulnerable, por el que pide que sea condenado a la pena de prisión permanente revisable.

Para la Fiscalía, Ramón Saiz preparó el crimen con varios días de antelación. La mujer presentaba «varios cuadros psicóticos y en aquel momento atravesaba un proceso autolesivo y altamente inestable con notorio riesgo para su vida», según el psiquiatra que la trató por el intento fallido de suicidio una semana antes. El médico recomendó su ingreso, a lo que se opuso el acusado, quien se comprometió a cuidarla.

Semanas antes, según la acusación pública, el hombre llevó a su esposa a Vizcaya, de donde era ella, para que se despidiese de sus hermanas, a las que dijo que la víctima tenía un cáncer terminal.

Ya de vuelta en casa, en el domicilio que ambos compartían en la calle Estrella, el acusado, «una vez creada esa nebulosa propiciatoria para la ejecución de los hechos, preparó minuciosamente el escenario», apunta la Fiscalía. Así, el día que la mató bajó a un bar y le comunicó a uno de los camareros que su esposa había muerto. Luego dejó un vídeo en el que la víctima, según el investigado, pedía que la ayudasen a morir, dejando también a la vista unas notas manuscritas de despedida, así como toda su documentación personal. Luego le proporcionó varios medicamentos que llevaron a la mujer a la inconsciencia. Momento en que el hombre la degolló, cortándole la yugular con un cuchillo.