Cuando María Pita salvó Compostela

Rodri GArcía A CORUÑA

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César Quian

Reeditan tres textos de la catedral sobre el cerco de A Coruña y los medios para que los «yngleses erejes» no tomaran Santiago

27 jul 2019 . Actualizado a las 22:18 h.

«Quen teña honra que me siga». El grito de María Pita se ha actualizado. La heroína formó parte del espectáculo audiovisual para celebrar el décimo aniversario de la elección de la torre de Hércules como patrimonio de la humanidad y ahora protagoniza la nueva campaña del Deportivo. Su arenga, de la que se acaban de cumplir 430 años, tuvo en Compostela lo que ahora se llaman efectos colaterales y duraron casi tres siglos. Esas consecuencias acaba de recogerlas el profesor de literatura y estudioso del mundo jacobeo Carlos Santos Fernández; lo hace en la publicación Galicia Histórica. Hoja de historia y documentos compostelanos donde escribe: «En el Archivo de la Catedral de Santiago se conservan algunos documentos relativos al cerco de La Coruña de 1589: unos revelan la preocupación que se sentía en Compostela ante el previsible asalto de la infantería inglesa, embate que, sin duda, conllevaría el saqueo de la catedral». Además, otros textos, «tangenciales, ofrecen detalles secundarios de aquel episodio bélico».

Las actas capitulares de los días 9, 10 y 12 mayo de 1589 recogen las medidas tomadas ante la posible llegada de las tropas inglesas. En la primera, explica Santos, «se decidió la evacuación de las piezas más importantes del archivo y del tesoro catedralicio a la torre de Camba, a la par que, sin dejar testimonio escrito, se trasladan casi todas las reliquias a la catedral de Ourense». Matiza que no fueron todas ya que «los huesos del Apóstol y sus discípulos se escondieron en el trasaltar y allí quedaron, desubicados durante casi trescientos años, hasta 1879». Es uno de los detalles que ahora cuentan algunos guías durante la visita a la seo compostelana destacando la importancia que tuvo para la catedral compostelana la victoria encabezada por María Pita.

Dichas actas también recogen como el 10 de mayo el arzobispo Juan de Sanclemente y el Cabildo acordaron aportar dos mil ducados «para rebatir la potencia del enemigo, que no salga del puerto de La Coruña a destruir esta Santa Yglesia de Santiago [...] como se teme trae voluntad». Dos días más tarde le encargaron al conde de Altamira, Lope Osorio de Moscoso, que se dirigiera hacia la urbe coruñesa para ayudar en su defensa y, sobre todo, para evitar que los ingleses pudieran llegar a Compostela.

Ese mismo día, 12 de mayo de 1589, está firmado uno de los documentos ahora reeditados; es una escritura de préstamo por la que el arzobispo Sanclemente, «carente en aquel momento de liquidez», explica Santos, se comprometía a pagar al tesorero de la Universidad de Santiago, Pedro de Bosende, los mil ducados que este le había prestado para que Sanclemente pudiera «socorrer la necesidad que abía en la ciudad de La Coruña, questaba cercada de los yngleses erejes».

Como es sabido, y recuerda Santos Fernández, «el 19 de mayo, la infantería inglesa cejó en el intento de tomar La Coruña. A pesar de la manifiesta desproporción numérica entre sitiadores y sitiados, la ciudad había resistido el cerco. La Contra Armada aproó hacia Lisboa, dejando en la capital gallega tres mil hombres, heridos unos, muertos los más. También fracasaría en Lisboa».

Los ingleses llevaron cautivo a la capital lusa a Nuno Gonzáles que era el representante en A Coruña del conde de Altamira. Por ello, el 31 de mayo, Lope de Osorio se presentó ante el escribano Juan Rodríguez [autor de los documentos ahora reproducidos] para enviar instrucciones, por escrito, a Duarte Coronel, de Baiona, para que gestionara la liberación de su servidor «dando e pagando por el resgate dél hasta en cuantía de quatrocientos e cincuenta ducados». De todos modos, el conde planteaba que antes de pagar se le certificara la liberación por dos vías: «por fee de escrivano» y por carta del prisionero Nuno Gonzales.

Un soldado del capitán Varela vendió su caballo a un frutero compostelano

«Al menos alguno de los soldados que participaron en la defensa de La Coruña obtuvo un menguado botín, complemento [¿subrepticio?] de una paga que, casi siempre, llegaba tarde». Así concluye Santos Fernández la historia del tercero de los documentos de la catedral compostelana vinculados con el cerco inglés: la escritura de la venta de un caballo de seis años por parte del soldado Juan Ramírez, al frutero de Santiago Pedro de Soto. El importe es de cuatro ducados y fueron testigos tres soldados de la compañía de Pedro Ponce, «una de las dos compañías que en la noche del 4 de mayo, guiadas por el heroico capitán Juan Varela, rompieron el sitio y lograron entrar en La Coruña para defender la muralla de Pescadería», escribe Santos. El dueño del caballo formaba parte de la otra compañía, la del capitán Juan Monsalve.