El grafitero Coas fue absuelto en el 2014 porque un juez vio arte en sus pintadas

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Marcos Míguez

El otro detenido en la ciudad herculina fue puesto en libertad con cargos. Perfil: ¿Quién es Coas, el vándalo que tiene toda A Coruña pintarrajeada?

13 jun 2019 . Actualizado a las 12:21 h.

A Coruña tiene sus pintadas hasta en el cielo de la boca. De punta a rabo. Se mire a donde se mire, en cualquier barrio, aparece la rúbrica de «Coas». En algunas calles, por triplicado. Quien así firma le viene quitando el sueño a todos los responsables políticos que han pasado por el Ayuntamiento coruñés desde el 2008, cuando el ahora encarcelado empezó y apenas era un adolescente. Entonces su huella era la de «Asma». Pintó por todas partes y fue perseguido por ello. Le impusieron sanciones y lo denunciaron. Pero no sirvió de nada. Ni cuando en el 2014 lograron sentarlo frente al juez como supuesto autor de un delito continuado de daños. El Código Penal de entonces era muy permisivo con los grafiteros y terminó siendo absuelto porque un juez determinó que lo suyo era «una expresión artística». Se refería a una pintada que había hecho en el 2013 en el callejón del Africano, en el Orzán. Fue cogido con las manos en la masa y denunciado por un delito de daños contra la propiedad privada. La sentencia del Juzgado de lo Penal fue condenatoria, pero el grafitero apeló y un tribunal de la Audiencia Provincial le dio la razón, puesto que determinó que su pintada tenía «valor artístico».

El Código Penal cambió un año después de este fallo y se endurecieron las penas contra los grafiteros, desapareciendo las faltas de daños, que pasaron a ser delitos. Este fin de semana, la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de A Coruña lo envió a prisión con los cargos de delito continuado de daños y otro de tenencia ilícita de armas. También pasó otro a disposición judicial, pero este fue puesto en libertad con la obligación de comparecer los días 1 y 15 de cada mes en el Juzgado.

Cambian de firma

Aquella sentencia absolutoria del 2014 fue un duro golpe para las autoridades municipales de entonces. Julio Flores era el concejal de Seguridad Ciudadana y lamentaba la sentencia. No ya por la absolución, sino porque «Asma» no dejó de pintar. Lo que hizo fue cambiar de firma o tag, que es como se llama en el argot a las rúbricas de los grafiteros. Se pasó a «Coas», pero también llenó la ciudad con otras rúbricas, como «Koas». «Esta gente cambia de firma o colores en cuanto se ven acorralados judicialmente», según sostiene un responsable de la empresa que contrató el Ayuntamiento coruñés en septiembre del año pasado para combatir los grafitis que hicieron de A Coruña una de las ciudades más sucias de España, según quedó patente en un estudio presentado recientemente por la OCU.

Coas es, sin duda alguna, del grafitero más famoso de A Coruña. Tiene un nombre común, pero en los muros se rebautizó. Vecino de los Castros, tiene 31 años y un listado de pintadas que no admite rival. Ni en cantidad ni en el riesgo asumido a la hora de hacerlas. Coas recoge al 100% lo que los puristas del grafiti considera la verdadera esencia de esta subcultura. Es decir, al vándalo que pinta con la adrenalina de que el peso de la ley pueda caerle de un momento a otro. Así se hacía en el Nueva York de los ochenta y así se reivindica en el 2019 en A Coruña por personajes como él.

Este chaval ha hecho acopio de los dos ejes ?acción y actitud? para realizar lo que en la jerga se denomina bombardear. Es decir, proyectar su ego hasta el infinito escribiendo su nombre en el mayor número de lugares posibles. A buena fe que lo ha hecho, indignando durante una década a los vecinos de la ciudad.

Todo vale en su misión. Firmas de un solo color con rotuladores industriales en papeleras y grandes dibujos polícromos a espray en muros. No respeta nada. Igual pinta en propiedades privadas como en edificios públicos. En persianas de comercios como en bancos de parques. Esa omnipresencia, junto al hecho de llegar a lugares arriesgados, se valora en una comunidad que ve en él un referente.

Respecto a su calidad artística, los expertos señalan que va más allá del tagueador (algo así como etiquetador, se aplica a todo aquel que va dejando su nombre por ahí), encontrándose cierta calidad en algunos de sus grafitis, tanto a nivel de caligrafía como de diseño. Otros, sin embargo, califican sus pintadas de prescindibles.