Empleados de A Grela: «Hay una especie de ley interna en el polígono cuando aparcas que es terrible»

Mila Méndez Otero
M. M. Otero A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

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MARCOS MÍGUEZ

Los trabajadores censuran la falta de plazas y, las empresas, la obstrucción de sus naves

25 abr 2019 . Actualizado a las 18:11 h.

«En una ocasión me dejaron una nota», cuenta Rosa Polanco. Fue cuando trabajaba en la cafetería El Pentágono, en la calle Gutenberg. En el papel no le indicaban que iban a llamar a la grúa por un incorrecto estacionamiento, sino que su coche sufriría las consecuencias de aparcar en un sitio que no era «suyo», mantiene Rosa. «Aluciné. Soy de A Coruña y no era conocedora de lo que sucedía aquí cuando empecé a trabajar en el polígono. Hay una especie de ley interna que es terrible. Trabajadores que te siguen con la mirada y murmullan que saques el coche porque ese espacio de la vía pública 'les pertenece'. Hay un abuso de poder del territorio. Si yo llego antes, ¿por qué no puedo aparcar aunque esté delante de otra nave?», se pregunta.

La Asociación de Empresarios de A Grela asegura no tener constancia de estos comportamientos por los que una empleada, Mónica Fernández Liñares, llegó a ir a juicio en el 2018. Desde el Ayuntamiento de A Coruña, lo mismo. Lo que sí sabe la patronal de los empresarios es que hay un problema de movilidad grave por el que llevan años pidiendo soluciones a María Pita.

«Daños colaterales»

«Yo comprendo que la gente busque alternativas, pero muchas veces no podemos trabajar. Los tráileres quedan atrapados en las salidas de la nave porque nos aparcan delante y hay que esperar a que llegue la grúa. Los camiones no pueden maniobrar en pleno polígono», indica Pilar Sánchez, de Bauplatte, una distribuidora de aislamientos con instalaciones en la calle Newton. «Estamos en un callejón sin salida que es privado y así está indicado. Les da igual, dejan el coche aquí todos los días. Sufrimos los daños colaterales de esta falta de plazas», subraya Pilar.

Estamos en un callejón sin salida que es privado y aparcan. Los tráileres quedan atrapados en la nave

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De industrial a comercial

En Mecanizados Moán, en la calle Gutenberg, sus trabajadores tienen una ventaja. «Entran a las seis de la mañana y a esa hora hay plazas. A partir de las ocho es imposible», dice su responsable, Adrián Pérez. Como todas las naves, la suya también tiene un espacio de cinco metros delante de la fachada que es privado. Es el retranqueo, que consta en el plan general urbanístico. «No tenemos la entrada cerrada y aparcan ahí. No nos importa mientras no bloqueen la puerta, como es costumbre», desliza.

El cambio de usos del polígono es para él una de las claves. «Nuestra nave ocupa 4.000 metros cuadrados y en ella trabajamos 35 personas. Ahora, proliferan los centros de negocios donde en una sala de 100 metros cuadrados puede haber cien empleados. A Grela se planificó como un parque industrial y cada vez hay más oficinas, empresas de servicios, hostelería, comercios... Esto se traduce en muchos más coches», explica Pérez.

A Grela se planificó como parque industrial y cada vez es más de servicios y oficinas, eso son más coches

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«El espacio de la nave está señalizado», remarca Plácido Lopes, de la empresa de Software, We Make It. Desde Brammer Giner, una compañía de suministros, o en Setecma, una tienda de material de oficina, confirman que el aparcamiento es el gran problema del polígono.

88 plazas nuevas

«A Concellería de Mobilidade Sostible ten realizado accións para incrementar as prazas de aparcamento no polígono da Grela. No pasado verán realizouse a conversión de dúas rúas, Juan de la Cierva e Copérnico, a sentido único para crear 88 novas prazas de aparcadoiro e tamén mellorar a seguridade no tránsito dos vehículos pesados», indican desde María Pita. Una cantidad que, con todo, sabe a poco. «Desde la asociación de empresarios llevamos años reclamando a los distintos gobiernos locales soluciones. Es impensable que tuviéramos que esperar 30 años, y algún accidente mortal, para la glorieta entre Gutenberg y Galileo Galilei», termina Pérez Rey. Al fin y al cabo, lo que defienden todos en este conflicto es lo mismo: poder trabajar.