Un hostelero de A Coruña:  «Me puso la pistola en la cabeza y disparó; por suerte no había balas»

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

EMILIANO MOUZO

Detenido un hombre tras encañonar al dueño y agredir gravemente a dos clientes del bar Canosa en la ronda de Outeiro

22 abr 2019 . Actualizado a las 15:19 h.

«Me puso la pistola en la cabeza. Noté el frío del cañón entre los ojos. Disparó; por suerte no había balas. Pasé mucho miedo, pensé que me había llegado la hora». Así describe Ramón Vázquez Canosa el episodio que vivió sobre la una de la madruga del domingo en su cafetería, Cervecería Canosa, ubicada en el bajo del número 198 de la ronda de Outeiro,

Un hombre «de unos 50 años» entró en el establecimiento y pidió una consumición, pero Ramón le dijo que ya no podía servírsela porque tenía que cerrar. Discutió un poco con el titular del negocio, en el que había una decena de clientes.

Pero el individuo se separó de la barra y tomó el camino de la salida del bar. Uno de los clientes le dijo que era lo mejor que podía hacer. En ese momento volvió a entrar en la cervecería. «Comenzó a golpear la barra con fuerza, a gritar y me dijo que ahora sí le tenía que servir, porque sí», cuenta Ramón Vázquez.

El dueño del bar le explicó una vez más que no, que no podía darle la consumición. «Entonces sacó una pistola y me encañonó. Yo pensé que era de juguete, y no tuve mucho miedo, pero cuando oí el chasquido del gatillo en dos ocasiones pensé que me iba a volar la cabeza», manifestó ayer aún con miedo. El hombre también apuntaba a los clientes, «y fue en ese momento cuando aproveché para llamar a la policía», recordó Ramón.

El individuo golpeó con fuerza a uno de los clientes del bar y lo tiró al suelo causándole una fuerte heridas en la cabeza y en un ojo. Sus compañeros se abalanzaron sobre el pistolero. Uno de ellos tenía conocimientos de artes marciales y lo agarró «y entre todos lo tiraron al suelo y en ese momento se le cayó la pistola».

Uno de los usuarios de la cervecería «le pegó una patada al arma y la mandó hacia los baños para que no pudiese volver a cogerla, contó Ramón. El hombre aún siguió forcejeando y lesionó a otro cliente en una pierna, por lo que tuvo que ser trasladado por una ambulancia al Chuac.

El individuo se escapó al oír las sirenas de la Policía Nacional, que envió a la zona varias patrullas. De inmediato montaron un dispositivo jaula y dieron con el pistolero en la zona de la Sagrada Familia: «Lo trajeron al bar para que lo identificáramos, y sí, era él». El hombre fue trasladado a los calabozos de la comisaría de Lonzas.

Otros agentes del 091 se quedaron en el bar para tomar declaración a los testigos. Analizaron la pistola, que había sido escondida por Ramón. Le dijeron al propietario de la Cervecería Canosa que el arma era real, no de fogueo, y que había tenido mucha suerte al no tener balas ni en el cargador ni en la recámara, porque si no estaría en el otro barrio». 

El mismo local en el que se escondió una menor tras la supuesta agresión de su padre

La Cervecería Canosa, ubicada en el bajo número 198 de la avenida de Outeiro fue el escenario del encañonamiento con una pistola al propietario del local por parte de un individuo sobre la una de la madrugada del domingo.

A este local también llegó corriendo el pasado 15 de marzo una joven de 16 años que presuntamente había sido agredida por su padre en la vivienda que compartían, una cosa okupa, en la calle Cardenal Cisneros, en el barrio de la Sagrada Familia, a escasos metros de la cervecería.

Tras supuestamente ser golpeada por su padre, la muchacha abandonó el hogar y escapó a la carrera. Se refugió en la cafetería Canosa gritando, pidiendo socorro y diciendo que le perseguía su padre y que la quería matar. La menor se escondió en los baños de caballeros.

Según los testigos, incluido Ramón Vázquez Canosa, esa iniciativa fue la que la salvó, «porque el padre, que entró como un loco preguntando por su hija y que la quería matar, miró en el baño de señoras pero no lo hizo en el otro aseo porque no sospechó que estaba allí», dijeron aquel día.

El individuo cogió un taburete y amenazó a los clientes que se encontraban en el establecimiento: «O me decís dónde está mi hija o también os mato a vosotros», les dijo. Al escuchar las sirenas de la policía se escapó del lugar.

La menor acudió a principios de este mes al juzgado a prestar declaración y confesó que lo había «exagerado» todo, que la lesión que tenía en un pómulo se la había ocasionado ella cuando corría por las escaleras. Su madre también apoyó esta versión.